LOS ECOBIOS

por Carlos Wotzkow

¡Qué providencia! Se nos llena el exilio de excelentísimos ecobios. El hombre nuevo. Homo fidelis. Pero, ¿quiénes son estas adorables criaturas del Caribe? Bueno, ante todo hay que decir que son un producto puramente cubano y, más que cubano, reconocer que son una invención exclusiva de su admirado comandante en jefe. Una raza para la cual los valores morales, la coherencia política, o la honestidad social son un estorbo. Oportunistas como no hay seis. Viven del engaño. Se declaran de izquierdas, pero no pueden sobrevivir en el comunismo. En otras palabras, se meten a medio mundo en el bolsillo con la historia de la equidad, la justicia y la democracia, pero sólo hasta que logran el poder. Entonces, a partir de entonces, serán más tiranos que Castro y más burgueses que Chirac.

Los hay “aseres”. ¡Qué digo aseres, aserísimos! Ecobios que adoran los fusilamientos sumarios. Tipos con un desprecio hacia las mujeres similar al de los talibanes. Ambias que viven para lucir gafas fuera de época y relojes robados. Amantes de los aparatos del tiempo, viven estancados en el pasado. “Hermanos” que, cuando saben que sus ecobios están en desgracia, prisioneros del régimen, desvelan de ellos todos los chismes que pudieran llevarles a la muerte. Moninas que llaman sodomitas, borrachos, o imbéciles a sus “mejores” poetas y, aquí no ha pasado nada. Tan amigos como siempre. Admiradores declarados de los testículos de Fidel, o sea, homosexuales frustrados, son ecobios que no siguen a sus órdenes porque el viejo dictador ya les pateó muchas veces el trasero. De estos ecobios, Norberto Fuentes es el más destacado.

Los hay balseros. ¡Que digo balseros, verdaderos taínos caribeños en canoas! Eso sí, sin quemaduras de sol, que mucho daño les haría a su rosada y delicada piel. Ecobios que infiltraron y chantajearon a media ONU a favor del sátrapa y hoy, aún lo defienden en el exilio. Anquegües del despacho del ministro de las FAR, chivatones empleados por la desacreditada TV Martí, televisión que no ve ni el que la produce. Hijos legítimos y privilegiados de la revolución. Gente que desde Miami no paran de cantar las cosas buenas de su máximo líder. ¡Pa’ lo que sea Fidel, pa’ lo que sea! Murmuran entre dientes. Sicarios que han llegado a incluir mi nombre en una lista de cubanos a los que un día pasarán la cuenta. No sé con que c…. Entre estos ecobios sobresale uno al que su mamá nombró Alcibíades Hidalgo.

Los hay poetas. ¡Qué digo poetas, puros poemas vivientes con dos patas y una gran barriga! Aseres que ahora viven del dialogo. Dialogueros por encargo que siguen afirmando que contra Fidel no se puede luchar. Ya saben, para ciertos poetas una derrota humillante es equivalente a una sublime victoria. Oportunistas que, maltratados ayer, se ha acomodado al buen vivir en el Madrid de hoy. Seguidores desvergonzados del PSOE. Sordomudos que no han abierto su boca en contra de la última ola represiva en Cuba. Periodistas interesados SÓLO, por sus amigos presos: sus otros ecobios. Socios incondicionales de Payá, gente de entendederas claras, corre-ve-y-dile al servicio de los españoles. En fin, intelectuales como Raúl Rivero, ambia hasta la muerte de quien le acusó de querer violar a un escolta de Raúl Castro.

Los hay periodistas. ¡Qué digo periodistas, premios Pulitzer del Granma! Analistas políticos casi formados por Papá-Mono y el departamento Américas. Ecobios que detestan la democracia, aseres alérgicos a los votos. Aguajosos que quieren que las nominaciones de la administración americana se lleven a cabo a la sobra de la raspadura allá en La Habana. Eso sí, no viven en Pogoloti, sino en el más selecto barrio de Miami. Han sido sembrados en el exilio para regar su mala prosa. Cuentan con el apoyo de algunos gringos y con el respaldo de sus íntimos agentes. Son, en otras palabras, divulgadores profesionales del veneno castrista. Agentes al servicio de la maquinaria propagandista del régimen y bueno, ¿qué más puedo decirles si ya todos saben de quién hablo? Les hablo de Alejandrito Armengol.

Los hay “intelectuales”, si es que se puede ser intelectual con tantas críticas en la Jiribilla. Esclavos del marxismo que se sienten libres. ¡Qué digo libres!, si en realidad cuentan con el respaldo del aparato en Cuba, en México DF, en Madrid y en el saturado antro de Miami. Ecobios que nos envuelven con sus entuertos sobre la tolerancia. El exilio, dicen, debe rendirse a los pies de Castro si quiere ganar la batalla. Debemos ser más antiamericanos que anticastristas. Debemos acostumbrarnos a más de lo mismo sin chistar. Aseres postulados para líder. ¡Cómo se sacrifican por nosotros! Tal parece que el solidario Tequila los desinhibe, y si no llevan sombrero mexicano no es por desgano, sino por falta de un buen lugar donde encasquetarlo. Optan por un nuevo comunismo, pero sólo en los decires, lo demás es misterio. Alias: Rafael Rojas.

Los hay opositores. ¡Qué digo opositores, son casi discípulos de Mahatma Ghandi! Condenan el “terrorismo” de sus ex-compañeros “terroristas”, pero se nombran comandantes guerrilleros. Viven en Cuba porque la Social Security en la Florida ya no les da pelota. Viven de la limosna política y se atienden la ceguera en los hospitales castristas. Sueñan con una oficinita de quejas en el Vedado. O sea, ¡tienen vocación de altoparlantes! Pero no para transmitir las violaciones a los DDHH, sino para orientar a la revolución. Les va bien el socialismo castrista y sólo quieren perfeccionar sus grietas: ¡que ningún grito o lamento se escuche afuera! Para perros los cubanos y para tiranos, ¡los catalanes!. Sorry, quise decir españoles. Entre estos ecobios tenemos a Eloy Gutiérrez Menoyo, el chivato más famoso del presidio político cubano.

Los hay católicos. ¡Y qué digo de su concordia! ¡Son más tolerantes que el Papa! Sobretodo, en lo que al perdón de las fechorías de Castro se refiere. Al igual que el ilustre corrector de Encuentro, el Sr. Rivero (con sus ecobios periodistas), a este ecobio sólo le duelen las mazmorras de sus ñangaras de confesionario. El resto, aunque se opongan al aborto de manera valiente y decisiva, ¡que se jodan! Cuentan con una red de representantes que abarca el mundo y por extraña coincidencia, todos llevan el mismo apellido. Detestan al exilio de Miami, pero son capaces de movilizar un avión privado, hacerlo aterrizar en La Habana y sacar al hijo enfermo a curarse en los horribles hospitales del imperio. Y sí, ¿quién si no? Oswaldo Payá es el único cubano autorizado a explotar instalaciones aeroportuarias de Cuba con fines privados. ¡Que no hombre, que nada tiene él que ver con el aparato!

Por último los hay descarados ¡faltaba más! Pero son víctimas. Sus desgracias, por irónico que parezca, se deben a dos razones contrapuestas. Mientras viven en Cuba se la pasan agitando banderitas de cara al sol. Entonces, la culpa la tiene el imperio. Ahora bien, tan pronto brincan el charco, al culpable de todas sus desgracias son sólo los republicanos. Hiperamigos de sus vecinos, se echan pa’lante mutuamente desde hace 46 años. ¡Pobres diablos, hasta el honor les han arrebatado! Debe ser por eso que van como ovejas a donde los ecobios de Miami quieren. Por suerte, el exilio ya cuenta con los salvadores y pronto, muy pronto, si vuelven a ser obedientes, estarán de vuelta junto a los ecobios para consolarles. Al fin y al cabo, son ellos el sostén de su futuro. Algunos se autodenominan “hombres de pueblo”.

Un futuro distinto, luminoso, lleno de caras nuevas en la tribuna de la revolución. Un vejete con rolex en la muñeca; un balsero con chivo estilo Ramiro Valdés; un poeta dialoguero durmiendo en pleno palco; un periodista soltando espuma por la boca; un orador más loco que el Quijote; y un predicador con premio europeo aferrado a su perdón. ¡Qué alegría!, ya el exilio cuenta con una guía hacia el futuro y ya casi todos les siguen: desde Ontario hasta Estocolmo allá van: con extraordinaria alegría. Ya ha comenzado el espectáculo. ¡La peste el último! Ah, una sola cosa, hay algo que quizás pueda joder todo este océano de felicidad y es ese deseo desmedido de los ecobios por remodelar una y otra vez a nuestra sociedad.

Hasta Harvard, la universidad marxista por excelencia en el territorio de los Estados Unidos ha empezado a cambiar sus preceptos. Cada día son más los historiadores y filósofos serios que llegan a la misma conclusión. El marxismo ha tenido una oportunidad gracias a la gran repulsión que provocó el nazismo con sus teorías raciales. Pero el siglo XX ha demostrado que idénticos genocidios han sido perpetrados por marxistas, a pesar de que estos nos decían que su teoría sobre la gobernabilidad humana era más humana. Ahí radica su máxima desgracia: los “arreglos sociales” del discurso marxista siempre quedarán limitados por esas caprichosas espirales invisibles que ellos todavía niegan. La plasticidad neuronal no es tan maleable y mucho menos ad infinitum. ¡A Dios gracias!

Carlos Wotzkow
Bienne, Agosto 20, 2005


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