Adiós Guillermo, ¡ya te extrañamos!

Por Carlos Wotzkow

"Ante todo, silencio, silencio como en un templo; silencio como en la capilla de los condenados a morir. Y si se oye algún aplauso, que sea el que produce con sus latidos el corazón, o el que hagan al correr por las mejillas las lágrimas."

José Martí

Ya sé que no soy nadie para hablar de ti, pero una vez me hiciste un prólogo y hoy te debo cuando menos un tributo. Nos hemos conocido personalmente y hemos hablado mucho por teléfono, tanto, que nuestras conversaciones acababan con un recordatorio invariable de tu parte: "Oye Carlos, que te vas a arruinar con esta llamada." Sabes muy bien que hubiera preferido seguir escuchándote, pero tu trabajo era más importante que mi egoísmo. Otras veces, era Miriam quien te suplantaba. Por ese tiempo perdido, te pido hoy mil disculpas, Maestro, pues sé que te robé de lo que más necesitabas.

Guillermo, mi buen amigo, eres el mejor candidato al título de escritor más distinguido de la Cuba actual. Y ya sabes, no puedo llamarla moderna. Otros candidatos deberían incluir a todos tus amigos mencionados en "Vidas para leerlas". Pero sólo tu me recordarás siempre a José Martí. ¿Quién más, con un estilo tan penetrante y un sagrado respeto por la verdad? Como Martí, te diste cuenta del inmenso potencial que implica el ser un hombre cabal a sus principios y con la ética. Sospecho que, de haber vivido en otra época, Martí hubiera estado entre los amigos que te ofrecieron amistad sincera.

Quizás porque tus ideales era únicos y coherentes, quizás porque ambos eran extremadamente gentiles y profundos. Querido Guillermo, sé que esto que te diré no es nada importante, pero en lo que a mi respecta, fuiste el cubano que más responsablemente limpió mi camino de dudas políticas, y el que más paciencia tuvo para aclarar las intrigas que enmarañaban la jungla cubana. Sé que a veces ni siquiera creíste que te escuchaba, pero sí, tus palabras, eran como barrenos y yo nunca fui ajeno al valor de tus consejos. ¡Ah, si pudiera ahora mismo llamarte y explicarte!

Un día, después de dejar tu casa, Brigitte me dijo: Carlos, que bajito es Cabrera Infante, ¡pero que grande! Brigitte, sencillamente, se quedó encantada con tu pasión al hablar de Cuba, atontada estaba por tu forma de mirar, enamorada se quedó de tu voz. Una lectura de tu magnífico Mea Cuba le reveló que eras un hombre de honor pero, extremadamente solitario. Un hombre rodeado de incomprensiones y asediado por canallas. Un ser envidiado por los que evidentemente creían ser tus iguales. Aquella tarde, le dijiste en inglés algo que nunca olvidamos: "los buenos cubanos no viven sólo por ellos. Sus vidas muchas veces están consagradas a la Cuba que recuerdan." ¿Quién lo dudaría ahora?

Guillermo, sé que te acordarás que te conocí cuando más me atormentaba el destierro. Entonces me dijiste: "¡no dejes que Castro te haga la vida imposible a 10'000 kilómetros de distancia!" ¡Que sacudida amigo! Tus consejos eran a veces tan profundos y meditados que a primera oída resultaban como abstractos. Una vez asimilados, regaban su influencia espontánea cual ideas recurrentes e inseparables a la vida. Creo que tu gran obsesión fue La Habana, pero La Habana con los mismos habitantes que tu la habías habitado.

Durante tus últimos 40 años fuera de Cuba convenciste a los que te leímos de que aquella Habana sin tus personajes no sería nunca la misma. Aquella Habana tuya sin embargo, llena de musicalidad y alegre, devino acto seguido a tu partida un antro ruidoso y sombrío. Su sensualidad fue transformada en caldo de cultivo para la prostitución. Sorprendente no obstante, es que tus tristezas jamás se hicieran áridas. Y es que para la mayoría de tus contemporáneos tus virtudes eran un producto escaso. Te envidiaban casi todos, amigo. Por eso, no fueron pocos los que te traicionaron. ¡Cuánto daño inflingido! ¡Cuánto odio gratuito! ¡Cuánto crueldad la de esos miserables oportunistas!

Todos los que te hemos querido veíamos en ti al último de tus tres tigres. Pero como felino al fin, te creíamos con varias vidas. Tanto has sufrido amigo, y tantas veces supiste sobreponerte a tus tristezas, que te creíamos inmune. Un doloroso experimento social te costó primero el terruño. Los años hicieron que muchos amigos y seres queridos partieran antes que tu. ¿Cómo te sentirías Guillermo? ¿Cómo se puede sentir un hombre para el cual la amistad y la lealtad tienen un significado tan alto? ¡Tantas veces viajaste a sitios tan peligrosos! ¡Desde aquella Barcelona repleta de gorilas del G-2, hasta aquel Madrid repoblado con los hipócritas de la UNEAC!

Pero te creía con muchas vidas Guillermo, y me reía a gusto con tus anécdotas, y de cómo te acordabas de la película "Gorillas in the mist", y cómo habías asumido que los gorilas de Castro avanzarían unos metros gritando entre las filas del auditórium y luego, retrocederían silenciosos a escucharte desde sus asientos. Entonces, ya entonces, estaba tu diabetes de por medio, y luego fue tu corazón. Pero recuerdo que hablé contigo el 30 de enero, eran las 15:43 de la tarde, y aunque noté tu voz un poco frágil, nada me hizo pensar que sería la última vez. Coño Guillermo, ¿cómo te fuiste sin avisarnos? ¿Cómo has podido dejar a Miriam tan sola? ¿Y a tus hijas y a tus nietos? ¿Dónde se metieron tus siete vidas de felino cubano?

Sibylle, la ahijada más pequeña que por Suiza has dejado, ya nos ha anunciado que te llevará muchas flores cuando sea grande. Pero antes, apenas unos minutos antes, nos ha preguntado ¿por qué no mejor darte un besito? y… ¿qué quieres que te diga Guillermo? Ni Brigitte ni yo, ni Sibylle o Lucille, hemos parado de llorarte en un largísimo abrazo. Adiós amigo querido. Has sido todo un ejemplo en mi vida. Jamás podrás imaginarte cuánto te admiré. Para serte sincero, dejas hueca casi toda mi esperanza, mucho más de lo que ya la tenía. Pero que pena, sobretodo, esto de decírtelo ahora, en vez de hace unos días, cuando para no molestarte, sólo atiné a preguntarte si te sentías bien y si estabas trabajando.


Carlos Wotzkow
Bienne, Febrero 22, 2005


Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

www.amigospais-guaracabuya.org