De presos y de prisioneros

En varios medios de comunicación se puede uno enterar de algunos de los últimos casos de cubanos que no pueden salir de Cuba. Qué suerte tienen, me digo, que los medios de comunicación se hacen eco de ellos. Mi madre por ejemplo, sin hacerle daño a nadie, con mucha más edad que los susodichos, tampoco ha podido conocer a sus nietas. Pero que mala suerte (y coincidencia) que ninguno de estos famosos "maltratados" tenga la conciencia limpia. El primero de estos últimos es un pobre llorón llamado Osvaldo Alfonso y dicen los que le conocen, que cuando lo sometieron a juicio hubo casi que ordenarle callarse para que dejara de acusar a la USIS. La segunda, es una macabra doctora llamada Hilda Molina, que tal vez ni ella misma sepa cuántos fetos fueron arrancados del seno materno para utilizar sus células cerebrales en arreglar las cabezas de todos esos turistas a los que Castro atiende como a reyes.

Estoy de acuerdo, la bondad y el perdón son muy buenas cualidades, pero, ¿no sería mejor preguntar a esas cubanas a las que obligaron a hacerse un aborto para reparar la chola de un extranjero porque este pagaba en dólares las neuronas de su bebé?

Y sigo hurgando en las páginas del exilio en la Internet, que son las que más se ocupan de denunciar estos casos, pero cuya frecuencia es casualmente mayor cuando se trata de defender a los antiguos sicarios del régimen castrista. Allí, encuentro a otro desgraciado que ya salió de Cuba y que lo que intenta es evitar que lo regresen. Para colmo, Elizardo Sánchez Santa Cruz, jefe de una comisión a la que los servicios europeos de inmigración apuntan cada vez que algún quedado adjunta su "certificado de disidencia" (¿a 50 dólares la unidad?), no sólo ha defendido al lastimoso Alfonso, sino también a Luis Enrique Daniel Rodríguez. Un antiguo oficial del MININT por el cual el Nuevo Herald parece sentir una verdadera compasión. ¿No será que ciertos cagones les necesitan para edificar la Cuba del futuro? Por ahí debe andar la cosa cuando de la noche a la mañana nos hemos vuelto tan sentimentales.

Pero igual, estoy de acuerdo conque lo dejen seguir disfrutando en Miami de la libertad, sólo que antes de dar mi opinión, me gustaría escuchar la de aquellos a los que este tipo humilló, maltrató y despreció a lo largo de su inmunda carrera.

Esta gentuza, antes de defender tan ardientemente sus derechos, debería al menos reconocer sus desmanes. Por supuesto que yo seré el primero en decirles que insistan. Es más, les sugiero que formen escándalo si de salvar su vida se trata. Pero hagan también honor a sus víctimas. Y se los pido, porque Miami es hoy día una ciudad en la que está de moda pagar a la escoria pro-castrista. Mientras más alto hayan llegado al lado del régimen, mejor salario. Estoy completamente seguro que si un verdadero disidente busca empleo en Miami el día de mañana se tendrá que ganar el pan con el sudor de su frente. En cambio, si la señora Hilda Molina es la que lo solicita, pronto la veremos emitiendo monosílabos parecidos a los de Alcibiades en "Los hijos de la Revolución". Esta crápula sí que tiene cabida en Radio Martí, una emisora hermanada con Radio Reloj y que al igual que su gemela, tiene una gran debilidad por entrevistar verdugos.

Y no digo yo perdón, hasta olvido, siempre y cuando sean sus víctimas las que puedan otorgárselo. Eso de jugar a la politiquería del perdón sin haber sufrido en carne propia el abuso no vale. A los jodidos es a quienes deberíamos preguntar.

Pero déjenme volver al problema más importante. ¿Qué dan lástima? Y sí que la dan, están atrapados entre los tentáculos de sus propios actos y las mismas técnicas de tortura de sus antiguos camaradas y eso, amigos lectores, mueve la compasión de gente que en el día de mañana quieren servirse de sus contactos. ¿Cómo fue posible que Osvaldo e Hilda y Daniel no pensaran que la memoria también funciona en los cerebros de otras personas? ¿Cómo es posible que a pesar de utilizar a ese sector del exilio que es UNICAMENTE solidario con los que disfrutaron del poder, todos sigan convencidos de que es en el imperialismo norteamericano donde radica la conjura? ¿Cómo pueden pasarse por alto de que en toda esta historia el verdadero monstruo ha sido Castro? ¿Cómo, a pesar de estar locos por dejar detrás a sus antiguos jefes, no exhiben ni una pizca de remordimiento?

Pocos son los cubanos que después de haber sido ayudados por el exilio a encontrar la libertad para ellos, o para sus seres queridos, devuelven a otros necesitados esa solidaridad con la misma energía que la recibieron. ¿Cuántos los hay como María Elena Morejón? En cambio, puedo darle decenas de nombres de cubanos malagradecidos.

Y casi hay que rozar los límites de la parsimonia con tal de dar alguna explicación. Y hasta puede que otros les vean como verdaderas víctimas, gente comedida, arrepentidos de corazón, pero si el problema parece un drama, huele a drama, y se desarrolla exactamente como un drama, la hipótesis más lógica es que lo sea. Ahora bien, queridos compatriotas, a eso se le llama por su nombre, y se le achaca a quien realmente tiene la culpa. Es decir, se reconoce que es una hijoeputada exclusiva del dictador cubano. Eso no es culpa del embajador James Cason, y ni siquiera del improvisado diplomático montonero. Entonces, si el llanto es lo que en sus casas se escucha más a menudo, puede que sea del vecino, o puede que de las antiguas víctimas y antes que el mundo deba asumir que es el suyo propio, el del arrepentimiento propio, permitan pedir al menos ciertas evidencias.

Claro que seguiremos haciéndonos eco. Pero un poco de arrepentimiento no viene nada mal. Digamos, un sonoro "lo siento" por todas las embarazadas cubanas mal diagnosticadas, un reconocimiento público de la cobardía que se sabía sería televisada, o cuando menos, pruebas de sus esfuerzos en el MININT a favor de sus detenidos.

Siempre se sugiere que los cubanos tenemos el mayor derecho a quejarnos. ¿Alguien ha visto el asqueroso film español intitulado "Balseros"? ¿Alguien ha visto cuán devaluada está y qué bien retrataron la moral del cubano actual? ¿Es que acaso es eso lo que queremos fomentar en la patria cuando esta sea libre? ¿Y quien nos dice que mañana Osvaldo e Hilda y Daniel no se sentarán con Norberto, Armengol y Alcibiades a acomodar tele-martianamente su historia? Para serles sincero, no me explico cómo es que pierden el tiempo y el talento con esta prensa del exilio que no les resuelve nada. Si en realidad quieren resolver (que al fin y al cabo es lo que mejor saben hacer), escriban a Chirac y díganle que ustedes eran amigos de Hussein, escríbanle a Zapatero y déjenle saber que ustedes eran buenos vecinos de los etarras que él deja veranear en Cuba, hagan llegar sus lamentos a Schroeder y deséenle una pronta vuelta a los niveles económicos de la RDA.

Y el resto, los que se compadecen y los que no, abramos nuestra mente, pero no tanto como para que Hilda nos la manipule, o como han hecho algunos políticos que gustan de tirar el cerebro por la borda con tanto borrón y cuenta nueva.

Soy de los que piensa como Byrne, como Ramírez, como Rodríguez y hasta un poco como Venegas, pero les confieso también una cosa. En estos momentos, en estos frustrantes momentos en los que Europa le vira la espalda a Cuba y se da la lengua con Castro, pienso más como Iliana Curra, como Orlando Fondevila, como Roberto Solera. Pienso mil veces más en los que no han podido salir de la celda de castigo. En aquellos a los que Amnistía Internacional le da la espalda, en aquellos que son presos de Castro y ya no tanto en aquellos prisioneros de sus propias contradicciones. Por tanto, si vamos a darle el apoyo a este trío y a los próximos arrepentidos, aceptemos el sentido crítico de los que no apelan a la sensibilidad humana únicamente como instrumento político. ¡Basta ya de tanto discurso al estilo Gutiérrez Menoyo, Oswaldo Payá y otros astutos "anticastristas", maestros en el perdón y la misericordia!

¿Por qué son siempre los más allegados al régimen los que reciben mayor atención por parte del exilio? ¿Por qué los cubanos simples los que reciben menor espacio en los medios de comunicación? ¿De quién es la idea de contratar a Alcibiades en TV Martí para no denunciar nada?

¡Seamos justos amigos! Acepto de buen grado esta ópera montada a favor de Hilda Molina. Claro que sí, pobre anciana, deben dejarla reunirse con su hijo, ¡no faltaba más! Acepto también de buen grado la serie policial que se ha inventado Osvaldo Alfonso. Claro que sí, está quemado y según tengo entendido, no sólo por sus entuertos políticos sino además al nivel de la corteza cerebral. Lo mismo para el pobre Daniel, que se merece el perdón (no el paredón) de todos a los que intimidó durante sus registros. Pero compatriotas, sáquenme de la pantalla al Hidalgo balsero y sus recordatorios sobre los logros de la revolución. Sáquenme de la vista a Norberto y su adoración por los testículos de Castro marcados en el pantalón. Hagan que presos como Julio Cesar Morales se ganen no ya la compasión, sino el respeto de esos politiqueros tan connotados en el exilio.

Ah, y ya que sus gargantas se ponen tan calientes debajo del collar, ¿porque no volvemos a hacer campaña por el niño Elián, padre incluido? ¿O qué tal un perdón y el ofrecimiento del paraíso miamense para Escalante, Alarcón, Rosales del Toro y Pérez Roque?

Imagínense una serie en TV Martí en la que cada semana se hable largamente de los presos olvidados y no de estos extraños prisioneros de Castro. Pero imaginen que cada semana, se deje claro que esos prisioneros al estilo Hidalgo y Fuentes finalmente no salieron de Cuba para salvar su pellejo, sino para vivir bien y amplificar la torcida propaganda castrista que ya llevábamos escuchando desde antes por gente como Rafael Rojas, Alejandro Armengol, o vía la elección de las noticias que prepara Miguel Cancio Isla. Esto, por decirlo de alguna manera, es imperdonable. Desde hace meses vengo notando que a Radio y TV Martí, por ejemplo, lo que más le interesa es la ficción. Pure entertainment Hollywood style! No nos dejemos engañar por estos hipersensibles compatriotas al terreno de la sinrazón. Libres o no, queda demostrado que a los demonios no se les puede convertir en personas.


Carlos Wotzkow
Bienne, Diciembre 25, 2004



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