Otro brindis por el Zonzo "Un día soñé con tener un bonito jardín, no tenía que ser muy grande, sólo un pequeño espacio donde sembrar flores, es que los pobres somos así cuando soñamos, lo hacemos por poquito para no molestar a nadie..." Con permiso del que sea, como diría el gran Onelio, yo vengo aquí a darme hoy un trago por otro cuentero mayor. Vengo a brindar por otro "zonzo". Diría, por el mejor de los cuenteros cubanos que por añadidura esta vivo y por halago, es un buen amigo mío. Voy a hablarles de un hombre de los que no abundan en Cuba y al que la distancia de un océano, ambiente en el que él se desenvuelve muy bien, lo separa de mis visitas. ¡Ah, cuanto me gustaría visitarle a cada rato y robarle ese buen humor! Egoísmo sano, pero sin dudas egoísmo. Voy a hablarles de uno de los mejores escritores cubanos y no por talentoso conocido. Y ya saben, no soy de los que guste hablar de mis amigos, pues tan odiado como soy, a veces temo pasarle a ellos la roña de mis propios enemigos. Pero mi amigo es único y los quehaceres de la vida podrían obligarme a posponer por mucho tiempo este tributo. Por ello, he decidido hacerlo hoy, y, como seguramente diría este nada zonzo del terruño, mis enemigos no son peos que revienten calzoncillos. Todos cobarditos, medio celestinos ellos, poca cosa, ejemplos ejemplares de la nada. Entonces les tengo que hablar de "Mi vieja cará", que quizás sea el texto más hermoso que he leído en lo que va de siglo. En realidad, doce años han tenido que pasar para poder leer lo que yo mismo hubiera querido escribir sobre mi linda vieja. Hay los que se enorgullecen de ser cubanos por motivos de ciertos alardes políticos. ¡Pura mierda! Yo, soy de los que se enorgullecen de que a pesar de tanto Fidel y de tantos hijos de puta como él, todavía haya cubanos capaces de adorar a su madre como este amigo hace. ¡Ah, esa familia cubana, que tanto trabajo cuesta mantener unida! Mi vieja cará, pero la mía y no sólo la de este magnífico cuentero, también hubiera merecido esas líneas tan dulcemente escritas. Y no lo niego, serían las únicas líneas que no me hubiera importado plagiar. La sensibilidad de mi amigo es tanta, que a veces me gustaría ser yo el que escribe como él. ¿Cómo se puede ser tan humano y a la vez vivir con los ojos tan abiertos? Leerse sus historias es llorarlas, sumergirse en sus cuentos, es vivirlos. Oírle hablar de su esposa es envidiarle no ya su prosa, sino sus sentimientos. Y no porque nuestras esposas no sean iguales, sino por no tener la iniciativa de su pluma para dejárselos saber. Comprometido con la libertad de Cuba, mi buen amigo es de los pocos que no se detienen a pensar en lo "politically correct" de sus ideas. Quizás por eso ha intitulado así su primer libro: ¡Cuba es un cuento, compay!". Su sentido de la ética es raro. Diría que está en peligro de extinción. Pocos cubanos aún interesados en la política de Cuba la utilizan tan correctamente. Especialmente en Cuba, con sus reales carceleros, sus irreales disidentes, sus a veces virtuales opositores, y su cacareado futuro luminoso. Un futuro para el llanto y para la risa, surrealista, inconcebible. De los mayores, de aquellos que al menos una vez pensaron conquistar la libertad con el uso de las armas, ya casi nadie escribe, excepto mi amigo que siempre nos recuerda que Martí (ejemplo hasta la muerte) fue un excelente cubano. Así mismo, nos asegura, todavía los hay valientes y realmente patriotas, además de honrados. Pocos son los que hablan de Cuba con el mismo amor que mi amigo defiende. Él es miembro de una generación que ama a la Patria con la misma intensidad que algunos la desprecian. Entre los viles que su pluma resalta están los Menoyo, los Morua y otras alimañas más. Y ya me entenderán ahora cuando repito que si no coincidiera con él, lo plagiaría. Hoy, los politiqueros de adentro y los de afuera no están más interesados que en el beneficio propio. La política de al carajo el amor patrio es algo que podrás entender en "La Misión de los condenados" y otras historias de este nuevo maestro. A la mierda el orgullo de nuestra propia identidad lo demuestran con su carácter muchos sus malvados personajes. De nada valen ya en Cuba el honor, la disciplina y el decoro. Pero mi amigo, para vértigo de muchos, ha sabido cultivar como nadie las buenas maneras, el respeto a los más viejos y por ende, el indiscutible mérito de aquellos que nos han precedido en este anhelo. Para los politiqueros de La Habana y de Mexico, para los de Miami y Madrid, o para los de Santo Domingo o Puerto Rico, mi amigo debe ser nada más que un pobre zonzo. Muchos de estos mediocres nacidos en Cuba sólo abogan por el perdón. Unos porque salieron hace muchos años y ya no se acuerdan de los pisotones y otros, antiguos instigadores de los actos de repudio, hoy le han cogido miedo a sus propios actos. Son los que quieren el borrón y la cuenta nueva. Acabar con la memoria, ignorar que los CDR existieron y que las brigadas de acción rápida cumplieron su cometido. Pero mi amigo el "zonzo", no se fía de ellos. "Ignorar", "olvidar", "perdonar", son también verbos que estimularían el de "repetir". "Del exilio - nos dice el cuentero,- retornaron sólo unos cuantos, ...retornaron sin embargo y con carteles de héroes, muchos, que cumplían misiones para el rey muerto, misiones que cumplieron en silencio y nadie conocía de sus actividades... Reinó la corrupción y la violencia disfrazada con ropa de derecha, se llenaron los mercados nuevamente y el pueblo era feliz con estómago lleno. ...el trono fue ocupado por otro que no se diferenciaba mucho de él [del segundo Rey], un día, un día cualquiera de un año sin nombre se gritó; ¡Ha muerto el Rey! Todos, absolutamente todos gritaron al unísono; ¡Que viva el Rey! Si no lo creen, vuelvan a repasar nuestra historia." Hombre de mar y de letras, cómo no, estará siempre ligado a la justicia y a esa rada habanera que como bien dice es también parte de su historia. De la mitad de su vida. Pero antes que su entierro pudiera llegar a ser una realidad, y antes que alguien fije al malecón (con tornillos de 4 pulgadas) una placa de mármol a su memoria, ruego a Dios para que sea él el encargado de sacar al Granma de su horrible urna. Suplico que sea él su último piloto y ponga proa mar a fuera. Allí, donde más descuartizado hayan dejado el fondo marino, le pediré que lo hunda sin misericordia, que lo convierta en un amasijo sólo útil para las colonias de coral, un monumento para tantos muertos que produjo su flotabilidad. Revienta pensar que mañana sólo estemos Eduardo, Enrique, Juan el Pendenciero, el Bola, Pello, el cartero y yo, además de todos aquellos que formaron parte de sus historias, y que nuestro noble amigo no haya podido darme el gusto de desconchinflar el yate Granma. No Eusebio, usted no abra su boca, mejor vaya pensando en largarse también como ha hecho la viuda de Castro y tu, payaso del cristianismo barato, a ver que tiempo te dura el perdón que has conseguido para tantas personas indecentes. Yo sólo vine aquí, a Cuba, de visita, pero sobretodo vine a brindar no ya por el Zonzo, sino con él. Mi amigo, Esteban Casañas Lostal, el mejor cuentero de Cuba, el mejor capitán que ha tenido el Granma.
Carlos Wotzkow
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