Rafael Rojas en Concierto

Por Carlos Wotzkow

Esta mañana he visto en mí correo electrónico una veintena de mensajes de lectores que me preguntaban sobre Rafael Rojas. La mayoría desconocía hasta la existencia del destacado intelectual, e incluso los había que ignoraban la de la Revista Encuentro. Otros, lo reconocían como un académico pomposo y alejado de los definidos. O sea, un personaje inestable, sin una tendencia política clara, o convertido recientemente al fundamentalismo tercermundista. Una política que Rojas aplica en la revista Encuentro con la misma deshonestidad con que el Granma informa al pueblo de Cuba.

Así el preámbulo, veamos cómo opina este “ensayista”, “historiador” y “comisario político” no aceptado del todo por el castrismo. Opinemos sobre sus propias palabras, pero antes, dejemos en claro ¿quién es Rafael Rojas? Según orientaciones del interesado al Sr. Ordoqui, Rafael Rojas es un historiador y ensayista “de los más originales que ha dado Cuba... sus reflexiones sobre nuestra historia podrían ser muy útiles para la reconstrucción nacional que se producirá con el postcastrismo.” (1) Esto último muy importante, tomen nota.

Y a partir de aquí, habla entre comillas él.

“¿Cómo propiciar un regreso, aunque sea tenue, de lo cívico, sin la figura del intelectual público que, desde Cicerón hasta Habermass, ha animado las principales empresas pedagógicas de occidente?” (1)

Llamativo que mencione a Jürgen Habermas (la corrección es mía) y no al norteamericano John Rawls. El alemán, como todos ustedes saben, es el padre de la filosofía y la sociología neomarxista, y uno de los autores que el cubano copia con mayor frecuencia. Copia que se limita claro está, a sus incursiones de intelectual en la política activa. Muy de moda Rojas, muy Habermiano.

“Pero el nacionalismo antinorteamericano no es privativo de Fidel Castro. Son raros los políticos de la historia de Cuba y de toda América Latina que alguna vez no hayan recurrido al “antiyanquismo” para agitar una revolución popular o construir un régimen autoritario.“ (2)

Estoy totalmente de acuerdo con Rojas. Sólo me pregunto (pues no queda claro) cuál es el objetivo que él persigue con su antiyanquismo enfermizo, o su antiamericanismo a lo Mariachi.

“Por eso nos cuidamos de conservar una red de colaboradores bien repartida entre la isla y la diáspora, y de rendir tributo a los grandes creadores cubanos, vivan donde vivan y piensen como piensen.” (3)

El magnífico poeta y ensayista Orlando Fondevila, al igual que el autor de este artículo, son dos simples exiliados borrados de las páginas de Encuentro, tal y como el régimen de Castro borra socialmente a sus opositores, por no pensar como le gusta a Rafael Rojas. De que Rojas se cuida en conservar su red de colaboradores no hay dudas, lo demás es sólo apto para tontos, pues hasta sus más cercanos amigos comentan su mano dura en el terreno editorial.

“Aunque exigua e incomunicada con su sociedad, esa oposición embrionaria adquiere cada día mayor credibilidad internacional y se configura como un actor posible de la transición cubana. Su reconocimiento por parte de México sería una inversión política que reportará beneficios en el futuro cercano.” (4)

Pero México, Fox, y más de 100 legisladores del PAN, el PRI, el PRD y el PT te han dado calabazas mi querido intelectual. Ninguno de tus textos de adivinación política ha quedado tan poco acertado como este. ¿Qué queda entonces? Ahogar tus penas con un Tequila Sunrise doble, en compañía de tu amigo y ex-cansiller mexicano Jorge Castañeda.

“...para que se produzca una transición pacífica y ordenada a una democracia socialmente responsable en Cuba, Estados Unidos deberá renunciar a su actual política de hostilidad contra el gobierno cubano”. (5)

De manera que los políticos marxistas que viven en el exilio sean los primeros bienvenidos al nuevo gobierno liderado por Raúl. O sea, una serie de cambios entre los que se sustituirían a los líderes impuestos por Fidel, por los elegidos de su hermano. Digamos, Alcibiades Hidalgo de regreso en Cuba (en primera clase y por avión, nada de balsas) para substituir en el cargo a Pérez Roque. Norberto Fuentes, para escribir las memorias del nuevo Cicerone desde el confort de una casa del Laguito (esta vez confiscada a Gabriel García Márquez), y Rafael Rojas, como director indiscutible de la UNEAC. ¡Pobre Abel Prieto!

“Al igual que el Gobierno (la mayúscula es de Rojas, no mía) cubano, Vázquez Díaz conoce esta verdad, pero decide desvirtuarla para lograr los principales objetivos de su política personal: mantener a toda costa una relación privilegiada con La Habana oficial que le permita entrar y salir de Cuba, cuando lo desee, y reforzar su perfil de intelectual socialdemócrata, dentro de Europa, que coquetea con los principales tópicos del antiamericanismo al uso.” (5)

El que no vea en esta crítica de Rafael Rojas una imagen de su propia conducta política, que visite un oculista. No veo cuál es la diferencia entre enviar a la mujer a hacer proselitismo en Cuba, o hacerlo personalmente. Exceptuando claro está, la pérdida de una que otra tertulia alcoholizada en la bruma misteriosa del Distrito Federal. En cualquier caso, después de este varapalo contra René Vázquez Díaz, el diario El País excomulgó al novelista y adoptó al genio cubano-mexicano.

“Los cubanos, que a lo largo de 43 años hemos acumulado tantas víctimas de uno y otro lado, deberíamos considerar la amnistía sin amnesia (el malabarismo semántico no es mío) como un puente moral hacia la reconciliación nacional que supone toda república democrática. Que la sangre no reaparezca como instrumento de justicia. Pero que los asesinos sean condenados a memoria perpetua.” (6)

Que un personaje como Rafael Rojas (firmante explícito del Proyecto de Payá) se las dé de católico apostólico nos autoriza a creer que cuando un niño llora, teta le falta. ¡Qué pena Rojas, o hablas más alto o los cubanos con familia bajo tierra no te escucharán jamás! ¿Oyeron los asesinos? Borrón y cuenta nueva, pueden dormir la siesta tranquilos en sus haciendas campestres, o en sus mansiones de Miramar, que si les importunamos alguna tarde sólo será para hacerles preguntas de interés histórico sobre su extinto reinado.

“No hay vileza en esa subjetividad escindida. Hay, de hecho, cierta dignidad. La de quienes aceptan el capitalismo porque la historia mundial lo impuso o la de quienes conciben la economía de mercado como un medio que permitirá mantener una distribución equitativa de la riqueza y preservar las garantías sociales de la Revolución.” (7)

Nuevamente las mayúsculas no son mías. Lo interesante es que, a excepción de ese último párrafo, los anteriores reconocen la creación de clases altas vinculadas al gobierno. Aceptar que “la historia ha impuesto el capitalismo” equivaldría a decir que el Castrismo se mantiene en el poder por deseo popular. Idéntico en lo relativo a las “garantías sociales de la revolución”. Garantías que se mantendrían, sólo “si Washington levanta ese absurdo embargo comercial contra la isla” y permite “un nuevo tipo de socialismo, abastecido por el capitalismo mundial.”

¡Cool!

“Cuáles son las pruebas de la derechización de Encuentro?... ¿El número sobre la cultura cubana en Estados Unidos? Imposible: sus colaboradores fueron académicos cubano-americanos, más críticos de la intolerancia de Miami que del totalitarismo de La Habana, que mantienen, en algunos casos, excelentes relaciones con la oficialidad cubana, a la cual extienden invitaciones regulares – para visitar las “universidades del imperio” – que se disputan a muerte los cuatro o cinco dilectos del régimen.” (8)

“Los ataques de La Habana oficial, por supuesto, no se inspiran en una lectura seria de Encuentro, sino en un burdo afán de descalificación. ¿Cómo la descalifica? Asociando a Encuentro con lo que ha logrado no ser: una revista más del exilio.” (8)

„Un ejemplo: todos los editores y el director de Encuentro somos críticos del embargo comercial y de la política cubana en Washington... hemos publicado muchos más textos que cuestionan dicha política desde un centro-izquierda... incluso, hemos reproducido documentos oficiales firmados por altos funcionarios del Estado.” (8)

¡Coño, eso si que es una injusticia! Mira que acusar a la Revista Encuentro de ser de derechas! ¡Ni que decir de su afinidad con el castrismo! Por suerte para todos ahí está su director, Rafael Rojas, que nos sacará de dudas a nosotros y a sus colegas en La Jiribilla. Lean por ustedes mismos quienes son sus selectos autores. Después, queridos amigos, hagan agua, que la tarde está como para no pasarse hoy con ficha, pues, hay más...

“Sólo un interés demasiado poderoso, como el de la élite cubanoamericana, puede embaucar a una superpotencia planetaria en una política tan ineficiente e impopular. ...el embargo garantiza a las élites cubanoamericanas el rol protagónico en la futura reconstrucción económica de la Isla y, por tanto, una privilegiada plataforma de influencia en el orden político del postcastrismo.” (9)

Hay que reconocer que a partir de aquí Rojas da un giro a su análisis histórico. Es como un despertar: si el mundo está gobernado por imbéciles, ¿qué hago yo que no me uno a ellos? En vez de convencer a unos y a otros, mejor azuzar un poco más la cizaña. Va y en esa nos ganamos hasta para el chicle.

“Antes de la Revolución, la dependencia económica y política de Washington fue escandalosa. Después de la Revolución, se logró la independencia, pero a cambio de la confrontación y el autoritarismo.” (10)

¿Es este el análisis de un historiador respetable? ¡Liborio qué suerte!, Rafaelito nos ha liberado de un plumazo de la dependencia política, ideológica, económica y social que tuvimos con la Unión Soviética durante más de 37 años. Si no fuera por él, va y hasta nos enteramos de que los bolos nos estuvieron jodiendo todo el tiempo.

“Si lo que desea el gobierno de Estados Unidos es, como dijera, prepotente e impolítico, James Cason en La Habana, la “transición pacífica y rápida a la democracia en Cuba”, ¿por qué Washington le apuesta a un colapso social en la isla?... Una respuesta posible es que Cuba y Estados Unidos no saben y no pueden relacionarse funcionalmente porque son contrarios demasiado semejantes.” (11)

O China no existe para demostrar lo ridículo y absurdo que resulta este planteamiento, o el historiador cubano ignora al exilio según convenga a sus ensayos. Afirmar que “Washington se atribuye la potestad histórica de encabezar la transición a la democracia en Cuba” es ignorar (imperdonable si se intenta ser tomado en serio) a esa élite cubanoamericana que hasta hace unos minutos le quitaba el sueño.

“Nada garantiza que una mejoría en la situación de los derechos humanos en la Isla impulse de manera decisiva el levantamiento del embargo comercial y la derogación de la Ley de Ajuste Cubano. Pero tampoco hay suficientes elementos...” (12)

¿Suficientes elementos? ¿Hay algunos? ¿Para que ocurra lo contrario? ¿Cómo puede un cubano nacido en Cuba en 1964, y graduado de universitario allí, hacernos creer que la intransigencia es más terca del lado cubano-norteamericano que por parte del dictador? Alto debe ser el precio a pagar para seguir contando con los amiguitos intelectuales mexicanos. Este cubano, con sus torceduras históricas y sus mensajes subliminales para débiles mentales, se quedará un día más solo que el acongojado bebedor de vino de palma.

“En Washington por su parte, un pequeño grupo de políticos extremistas, asesorados por filósofos neoimperiales como Wolfowitz y Perle, ponen en práctica la doctrina de la “guerra preventiva”, arriesgando la ecología política y cultural del planeta.” (12)

Aparte de utilizar sin fundamento el término “ecología”, donde lo más adecuado (aunque de manera forzada) hubiera sido “ecosistema”, ¿qué se puede esperar de un disidente marxista que ignora el legado cuasi romano e imperial de la babilónica y Dios gracias extinta Unión Soviética? ¿Cuál es el poder de evaluación de un ser que se dice informado y llama “prestigiosos” al New York Times y al Washington Post?

“Para casi todos los políticos e intelectuales de la izquierda occidental...” (13)

Me quedé en blanco. ¿Podrías explicármelo más detalladamente? ¿Cuál es la izquierda oriental? ¿A cuál perteneces tu? ¿A la misma que Galeano, que no para de hablar de los pobres desde la piscina de su mansión en Montevideo? ¿A la de los aburguesados intelectuales mexicanos, con sus indias de rodillas limpiando pisos? Y para seguir... ¿hasta cuándo defendiste tu a la Revolución? Rojas, eres un mutante con defecto cerebral, pero el ADN por el cual has optado no ha podido eliminar todavía tu extraña patología.

“La excesiva norteamericanización del problema cubano, resultado, entre otras razones históricas, de la inscripción de Cuba como tema electoral doméstico de la Casa Blanca... impide apreciar, en su justa medida, la importancia de esta crítica al régimen de Fidel Castro desde la izquierda occidental.” (13)

¿No será porque los cubanos (incluidos muchos de los exiliados en España y México) ya sabemos hasta dónde llegan esas críticas de la Gauche Tabasco? No te has puesto a pensar, mi estimado Rojas, en el papel desempeñado durante 16 años por el gobierno de Felipe González? ¿Y qué de la complicidad durante más de 60 años desde el PRI? ¿Son confiables verdaderamente ustedes, los de la izquierda “occidental”?

“Líderes disidentes, como Oswaldo Payá y Elizardo Sánchez, e importantes personalidades mundiales, como el ex-presidente James Carter y el Papa Juan Pablo II, se han percatado de la ineficacia de esa agenda excesivamente protagónica de la Casa Blanca, basada en sanciones económicas contra el gobierno cubano y apoyos ostentosos a la oposición y al exilio...” (13)

Y si tus peones en La Habana, o sus excelencias (ambas casi colaboracionistas con el régimen por legitimarlo) se han percatado de esa ineficacia, ¿por qué preocupan tanto esos ineficientes? No es ello una ventaja política que ofrecen tus competidores políticos. ¡Aprobéchala!

“Muchos intelectuales y políticos honestos del exilio cubano piensan que el tema del embargo no debe colocarse en un primer plano del debate...” (14)

Rafael Rojas es de los que piensa lo contrario. ¿Se contará él entre esos honestos a pesar de las discrepancias? Claro que sí, pues “En política (sobretodo si es contra los Estados Unidos) ningún tabú es sano,...” Según Rojas, el fenómeno del embargo se comprende mejor desde México que desde Miami. ¡Pretensioso! Ya desde el principio el texto no tiene desperdicio: “Muchos intelectuales y políticos honestos...” lo que, expuesta la naturaleza del autor, indica que hay fuertes contrincantes que discrepan de él, y que le dejan el papel del gato. Es decir, el de restregarse al pantalón de aquellos que, por su calidad de honestos, no resulta conveniente mencionar.

“El embargo y su principal artefacto jurídico, la Ley Helms-Burton, debido a que poseen un carácter imperial y punitivo, atentan, dentro y fuera de Cuba, contra el crédito moral de una oposición pacífica y moderada que, a juzgar por su propio discurso, desea la transición negociada a una democracia soberana por medio del cambio político y no del derrocamiento o el colapso del régimen.” (14)

Ante todo hay que decir que Rafael Rojas, a medias arrepentido de lo dicho, se apuró a aclarar en el párrafo que seguía lo siguiente: “Entiéndase bien. No estoy diciendo que la clase política cubanoamericana, defensora del embargo, y no el gobierno cubano, que encarcela y reprime, sea el verdadero enemigo de la oposición cubana.” Está bien, lo dejo pasar, pero entonces, ¿por qué no me hablas del embargo que los Estados Unidos impuso a Batista cuando Castro se las daba de demócrata en la Sierra Maestra? ¿Por qué ese afán de pintar a “este embargo” como el “único embargo” y además, adverso a nuestra libertad? Único tal vez lo sería por el tiempo que lleva en vigor y sin cumplirse plenamente, pero eso de adverso es sinceramente una apreciación muy personal imposible de probar. No se puede estar enfermo sin tener enfermedad.

“No deja de ser curioso que aquellos exiliados que con más pasión defienden el embargo tengan una imagen tan fetichista de la dictadura cubana... Esto no sólo implica un pensamiento que desconoce las leyes elementales de la biología y la historia, sino una ceguera voluntaria frente a la dramática retirada del consenso social del régimen en los últimos años...” (14)

No puedo imaginarme cuáles son las leyes elementales de la biología y de la historia a las cuales Rojas se refiere. En cambio, se hace evidente que él cree en la necesidad de re-escribir la historia y tal vez, hasta en la posibilidad de poder cambiar las leyes de la biología. Dicho esto, y se los puedo demostrar con creces, el esfuerzo de Rojas no es otro que el de combatir al exilio de Miami. Verdaderamente muy poco le interesa el embargo, porque habría que ser muy tonto para darse cuenta que este existe sólo, en la mente de algunos fetichistas como él.

“No sería extraño, entonces, que la cancillería y la propia opinión pública mexicana exijan al embajador Pascoe una fluida comunicación con la disidencia cubana,... pidan cuentas al gobierno cubano por alguna violación de garantías o demanden en foros internacionales la apertura democrática de la isla.” (15)

Comparen los lectores la actual política de „pantalones bajados“ de México respecto a Castro, y ya verán para que sirven los análisis políticos de este iluminado historiador. ¡Menos mal que en Miami se ven las cosas de manera diferente!

No voy a comentar aquí los artículos “¿Quienes son los amigos de Castro en México?”, ni “Amistades Peligrosas”, o “La euforia de los Patriotas”, porque en el primero el desvarío de Rojas es sólo de interés para los mexicanos. En “Amistades Peligrosas”, sus ridículos históricos ya han sido rebatidos por Orlando Fondevila y en el último, que fue el que originó los comentarios de los lectores y la génesis de este texto, ya ha quedado expuesto de manera previa. Rafael Rojas no es más que un amargado monotemático, posee un único enemigo (como Fidel: el exilio de Miami), y sabe de política lo mismo que yo sé de la cultura del kimbombó cosechado en el Polo Norte.


FIN


Carlos Wotzkow
Bienne, Junio 6, 2004

Referencias

(1) Ordoqui, Joaquín (2001): Las Cubas posibles: entrevista a Rafael Rojas. En Cuba. Encuentro en la Red. Año II. Edición 35. Enero 19, 2001.

(2) Rojas, Rafael (2001): Un legado Intransferible. Opinión. Encuentro en la Red. Año II. Edición 187. Septiembre 7, 2001.

(3) Cossio, Miguel (2002): Rafael Rojas: “Somos hijos de la Revolución y del exilio”. Entrevista. Encuentro en la Red. Año III. Edición 502. Noviembre 26, 2002.

(4) Rojas, Rafael (2002): ¿Juego a dos bandas? ¿Cuál es la política de México hacia Cuba? Internacional. Encuentro en la Red. Año III. Edición 293.Febrero 1, 2002.

(5) Rojas Rafael (2003): Todos los actores del cambio. Una respuesta al artículo “Desamericanizar la cuestión cubana”, aparecido en el diario español “El País”. Opiniones. Encuentro en la Red. Junio 17, 2003.

(6) Rojas, Rafael (2001): Amnistía sin amnesia. Meridiano. Encuentro en la Red. Año II. Edición 82. Marzo 27, 2001.

(7) Rojas, Rafael (2002): El postcomunismo y el hombre en Cuba. Opinión. Encuentro en la Red. Año III. Edición 500. Noviembre 22, 2002.

(8) Rojas, Rafael (2001): ¿Por qué molesta Encuentro? Opinión. Encuentro en la Red. Año II. Edición 175. Agosto 3, 2001.

(9) Rojas, Rafael (2003): Los poderes autistas. Opinión. Encuentro en la Red. Noviembre 13, 2004.

(10) Rojas, Rafael (2003): El antiamericanismo cubano. Opinión. Encuentro en la Red. Junio 9, 2003.

(11) Rojas, Rafael (2003): Estados Unidos y Cuba: La ilegítima defensa. Opinión. Encuentro en la Red. Mayo 1, 2003.

(12) Rojas, Rafael (2003): La Dictadura y el Imperio. Opinión. Encuentro en la Red. Abril 11, 2003.

(13) Rojas, Rafael (2003): La mundialización de Cuba. Opinión. Encuentro en la Red. Mayo 16, 2003.

(14) Rojas, Rafael (2003): Oposición y embargo. Opinión. Encuentro en la Red. Noviembre 26, 2003.

(15) Rojas, Rafael (2001): La nueva política cubana de México. La Mirada. Encuentro en la Red. Enero 15, 2003.



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