Fidel Castro y los Ecologistas Norteamericanos (Segunda Parte)
“Capitalism is destroying the Earth. Cuba is a wonderful country. What Castro’s done is superb.” Carlos Wotzkow* y María Elena Morejón**La Sra. Caldicott es una antigua profesora de pediatría de Harvard que dejó la medicina para hacer campañas a favor de las dictaduras de izquierda y el fascismo. Esta señora, nacida en Australia, pero educada en los Estados Unidos, es actualmente uno de los líderes más polémicos de la “Union of Concerned Scientists”. La UCS es un nido desde el cual los eco-marxistas defienden a todas las dictaduras y atacan a la democracia y la industrialización de occidente. A su repulsiva frase utilizada como exergo, podemos agregar otras como esta: “La libre empresa realmente significa que la gente rica se hace más rica. Y en ese proceso, tienen la libertad de explotar y violar psicológicamente a otros seres humanos”. Cualquier semejanza con el sistema de esclavitud impuesto por Castro en Cuba, claro está, ella se lo pasa por alto. Pero la Dra. Caldicott tiene fama además de ser una de las activistas más agresivas contra la energía nuclear en todo el mundo. O perdón, en todo el mundo libre, pues la energía nuclear con fines bélicos que se intenta producir en Cuba, en Irán, o en Corea del Norte no es, al parecer, nociva para la especie humana y por ello, ella no la ataca. Una vez presentado el personaje, si a alguien le quedaban dudas de que los ecologistas tienen una agenda comunista escondida detrás de sus campañas amañadas, que no les quepa ninguna a partir de ahora. Lo que sigue, aclarará muchas de las preguntas que todos nos hacíamos con respecto a la apatía ecologista y la destrucción de la naturaleza en Cuba. Sencillamente, Caldicott, Greenpeace, y todos sus similares, utilizan el tema de la ecología como una tapadera a sus verdaderas intenciones de gobernar el mundo y acabar con buena parte de su población. Pero pongamos las cartas sobre la mesa con relación a la Union of Concerned Scientists y luego vayamos al grano (genéticamente modificado o no) que nos concierne respecto a Cuba. Esta asociación, de la cual son miembros algunos científicos, pero también cualquier tarado que quiera pagar su cotización anual, esta muy interesada en examinar “cuidadosamente” los alimentos que el capitalismo modifica genéticamente. Así lo ha demostrado en diversas ocasiones, aunque hay que reconocer que se alarman sobre todo, cuando se trata de productos cultivados en los Estados Unidos, México, o Brasil. Por el contrario, cuando es Cuba quien los produce y además los exporta (por ejemplo a Haití), entonces los simpatizantes de esa secta aseguran que en el caso de Cuba no hay porque temer, “pues allá se realiza muy buena ciencia y experimentos de ingeniería genética”. (1) Durante la Guerra del Golfo, la Dra. Caldicott sugirió públicamente que a los líderes militares norteamericanos les vendría muy bien la horca, mientras que justificaba a Sadam Hussein a pesar de su largo historial de masacres y su sangrienta invasión a Kuwait. Ya desde esa época, Caldicott había otorgado premios a Fidel Castro y consideraba a Mikhail Gorbachev un similar de Jesús Cristo. Y es que para todos estos farsantes de la ecología lucrativa, las energías nucleares son sólo contaminantes en aquellos países democráticos y sobretodo, donde más medidas de seguridad se toman para evitar justamente que ocurran accidentes. Esta mutante manera de comportarse es lo que hace que gente como Caldicott digan sandeces como esta: “Everytime you turn on an electric light, you are making another brainless baby.” (2) En 1991, The American Sentinel (3) puso al descubierto un rosario de deficiencias técnicas que los técnicos rusos, cubanos y el gobierno de Castro pasaban por alto durante la construcción de la Central Nuclear de Juraguá. En una entrevista concedida a esa agencia de noticias por Vladimir Cervera (ingeniero nuclear cubano encargado de la seguridad y quien trabajó en esa planta hasta su deserción en mayo de 1991), este reveló que lo que menos importaba al régimen de La Habana era la calidad con la que se ejecutaba el proyecto. Incluso, explicó cómo sus informes sobre la inseguridad y los errores de construcción eran secuestrados por los agentes del MININT y transmitidos a la capital sin que luego existiera ningún feedback o análisis de los mismos. Nadie quiso nunca discutir con él las numerosas alertas que él transmitía, y nunca se intentaron corregir los errores por él señalados. He aquí algunos de los desmanes que caracterizó a la Central de Juraguá durante su fase inicial de construcción. Los reactores VVER-440 son engendros tecnológicos anteriores a los utilizados en Chernobyl y habían sido ya desechados por los rusos desde 1980. Los parámetros constructivos no sólo no cumplían con los estándares internacionales, sino que tampoco alcanzaban el nivel exigido en la Unión Soviética. El sistema de enfriamiento mostraba fallas estructurales de entre un 20-25 % en las inspecciones con láser y ultrasonido. Paredes enteras fundidas estaban debilitadas por innumerables bolsas de aire. Malas soldaduras y daños térmicos infligidos a los metales. Las turbinas de los reactores llegaron ya certificadas sin haber pasado antes la inspección requerida. Dadas las pésimas condiciones de trabajo, la productividad y la calidad se vieron desde un inicio muy afectadas. Por tanto, los trabajadores nunca se preocupaban si ellos instalaban equipos en buen estado o no. Pese a todo lo anterior, y como ya es tradición en esa transnacional de la mentira llamada Greenpeace, su vocero (normalmente afónico cuando se trata de protestar por proyectos nucleares mucho más seguros y competitivos) no se opuso a Juraguá. Por el contrario, William Arkin se atrincheró del lado cubano (que impedía la inspección internacional del proyecto) y salió en defensa de Castro alegando que el peligro de utilizar los anticuados reactores VVER-440 estaba siendo exagerado. “Yo, sencillamente no hallo nada que me preocupe en las plantas de Cienfuegos.” Entonces, con la irresponsabilidad de la cual Greenpeace hace gala en todas sus campañas y declaraciones, este ecologista añadió: “Las habilidades técnicas de los cubanos son altas, no hay por tanto motivo para la preocupación, y cualquier alerta sobre un desastre en perspectiva debe ser desmentido”. Greenpeace, valga decirlo, tampoco solicitó visitar la central nuclear por ellos defendida. (4) Juraguá no cuenta con los documentos necesarios que demuestren que su construcción ha sido realizada de acorde a los planos. Además, gran parte de la energía que en ella se pensaba producir sería destinada al sector industrial estatal, un 25 % de su producción estaba comprometida a abastecer a la base de submarinos rusos de Cienfuegos y sólo una mínima cantidad se destinaría a la población local. José Oro, quién fue el director del Centro Cubano para las Investigaciones Nucleares (hasta su deserción a mediados de abril de 1991) contradice a Greenpeace y asegura que el nivel técnico de los cubanos era extremadamente bajo e inexperto. Es el Dr. Oro primero, y el Ingeniero Cervera después, los primeros científicos cubanos que explicaron que Fidel Castro había construido un nicho subterráneo y secreto para almacenar desechos radiactivos y materiales que permitirían desarrollar armas nucleares. Lo peor sin embargo, es que el nicho fue construido en medio de una falla con alta ocurrencia de temblores de tierra. Hoy por hoy, nadie sabe decir dónde se encuentran en Cuba las 70 libras de Uranio enriquecido que los rusos mandaron a Cuba y con las cuales bien se pudieran fabricar entre 4 y 5 bombas atómicas. En cualquier país democrático una instalación de esas dimensiones y costo sólo es llevada a cabo luego de largas discusiones y consenso generalizado. La población cercana y todos los ciudadanos del país deben ser ampliamente informados. Los riesgos, los problemas que ello provocará y los beneficios, deben quedar plasmados en cifras. Pero en Cuba, donde un loco arrebatado lo decide todo, la Central de Juraguá se comenzó a gestionar en el más absoluto secreto 10 años antes que se pusiera la primera piedra. ¿Quién pagará por todos esos gastos efectuados de espaldas al pueblo? ¿No sería justo que Fidel Castro fuera juzgado por malversación del presupuesto nacional? ¿No juzga él implacablemente a cuanto pobre se gaste el dinero de su empresa en algo personal? ¿No recuerdan cuando este infame dictador se burlaba de unos secuaces del MININT caídos en desgracia por malversar sus cuotas de poder? En 1992, The Heritage Foundation publicó un reporte sobre los peligros que representaba para la humanidad el construir semejante esperpento tecnológico en la proximidad de Cienfuegos (5). En 1993 inicié (Wotzkow) una campaña de oposición a Juraguá que llamó incluso la atención de la revista ecologista Contra Atom (6), pero como es usual, los ecologistas franceses pronto le dieron la espalda a la iniciativa ya que se trataba de la Cuba de Castro, “un país socialista y hermano”, decía la carta enviada por fax y sin firma desde la editorial. En 1998, el libro Natumaleza Cubana dedicaba un capítulo entero a alertar sobre lo mismo.(7) En 1999, Alemania, y otros países occidentales ofrecieron a Castro terminarle el “esperpento” a cambio de otros dos billones más. ¿Cuál debe haber sido la calidad encontrada por estos especialistas para que, como mismo le propusieron el negocio, así mismo lo anularan? Para eludir del dilema de su doble moral, la Dra. Caldicott y el vocero Arkin seguramente dirán que lo anterior es falso. Pero, ¿cómo pueden ambos mantener todavía esa posición si cada experto nuclear que sale de Cuba y decide no regresar denuncia en la misma dirección? En lo personal (Morejón), desconozco la existencia del mencionado nicho para almacenar desperdicios radioactivos, pero aprovecho la oportunidad para actualizar la información que se ha publicado sobre los otros dos reactores que se planearon construir cerca de La Habana. Lo que estaba previsto operar eran un reactor de investigación y un conjunto crítico. Ambos iban a ser instalados en las inmediaciones de Pedro Pi (cerca de Tapaste), pero lo único que llegó a la Habana fue la vasija del conjunto crítico y esta se encuentra almacenada bajo control de la OIEA. En la facultad de ciencias nucleares además, se ha instalado un conjunto subcrítico al que todos llamamos la palangana de agua sucia. Sin embargo, y lo que sí creemos es digno de señalar es que la seguridad nuclear en Cuba se tramita con la misma seriedad que se organiza una pachanga. Por ejemplo, uno de los peligros más graves y frecuentes en los que el gobierno cubano expone negligentemente a la población cubana es el transporte de productos radiactivos de la medicina nuclear. En 1990, cuando yo (Morejón) trabajaba en ENSUFARMA (empresa encargada oficialmente de la comercialización, distribución, y transportación de Isótopos Radioactivos para la Medicina Nuclear) como “Especialista en Protección de la Naturaleza”, sólo contábamos con una vieja ambulancia revestida de plomo para el desempeño de nuestras funciones. Pero cuando esta se rompía, o no había combustible con que hacerla funcionar (situación que se repetía frecuentemente), se utilizaba un camión abierto y sin protección de ninguna índole. Recuerdo que en una ocasión, un niño se subió a un camión que habíamos utilizado a falta de la ambulancia mencionada. El niño, atraído por las cajitas que en el se transportaban, cogió una de ellas (una, eso es lo que nos dijo el MININT) y se fue a recorrer las calles de La Habana. Nadie sabe ciertamente si se pudo recuperar el producto, ni sí fue una decena de cajitas las que este niño se llevó, pues eso era información controlada únicamente por el MININT, pero por suerte, tal parece que el embace que más le gustó fue el de un marcador sin verdadero riesgo radioactivo (al menos, insisto, esa fue la información que se nos dio oficialmente). Sin embargo, junto a estos marcadores, sé que había varios generadores de Tegnesio e incluso, ámpulas de Iodo 131. Imaginen ustedes cuál hubiera sido el desenlace si la elección del niño hubiese sido otra. Hoy día, la Central Nuclear de Juraguá no representa ya un peligro. Sus muros envejecen a una velocidad alarmante y sus instalaciones son tan obsoletas que lo más barato sería acomodar en ellas un museo. Un museo sobre la productividad del obrero socialista. Un museo para que las generaciones futuras conozcan en qué Fidel Castro se gastó 2 billones de dólares del presupuesto nacional. Un museo para explicar cómo el dictador cubano se burlaba del pueblo, de su salud y de su futuro. Un museo para que se sepa que a esas cúpulas siniestras los eco-terroristas de Greenpeace nunca se atrevieron a escalar. Un museo para mostrar al mundo que los ecologistas norteamericanos que negociaron con Castro lo hicieron justamente por despecho al ser humano y al medio ambiente de nuestro país. ¿O es que alguien duda que el eterno enemigo de la naturaleza cubana (la humana, la zoológica y la botánica) todavía vive destruyendo nuestra patria. Suiza, Alemania, Marzo 5, 2004
*Carlos Wotzkow es ornitólogo y trabaja en el departamento de Investigación de Biología Molecular de la Universidad de Berna. Notas1.- Engelbeen Ferdinand (1999): Science and GM Food. December 29, 1999. En un Forum de Internet, estudiantes de la Universidad de New Mexico y Bélgica intercambiaron opiniones sobre Ciencia, Greenpeace y Alimentos Genéticamente Modificados. En estos intercambios, el estudiante europeo, convencido por los puntos de vista de la Union of Concerned Scientists, habla maravillosamente sobre Cuba y ataca a Greenpeace y el WWF, a las que tilda de “multinacionales”. 2.- The National Center for Public Policy Research. (1993): Dossier. Environmental Scientist: Dr. Helen Caldicott. PDF doc 2 pp. www.nationalcenter.org/dos7116.htm. 3.- The American Sentinel. Issue 505, June 29, 2001 4.- Editorial (1992): Danger. Wake Up America! Our Lady’s Library. PDF doc 4 pp. www.fatima.org/library/cr37pg33.html 5.- Shanahan, John (1992): How Cuba’s Nuclear Plants Threaten America. The Heritage Foundation. Policy Research & Analysis. July 13, 1992. 3 pp. 6.- Wotzkow, Carlos y Segis Petchen (1993): Campagne d’opposition à l’activation de la Centrale Nucléaire de Juraguá. Contra Atom. (25): 11 p. 7.- Wotzkow, Carlos (1998): Jugando al quimbe con los átomos. En Natumaleza Cubana. Ediciones Universal, Miami. pp. 112–116. BONUS PARA LECTORES SOBRE EL ECOLOGISMO DE FIDEL CASTROEn Septiembre de 1990, Fidel Castro inaugura el “Período Especial”. En esa época, engañando al pueblo con una supuesta producción de energía en la Central Nuclear de Juraguá, el dictador se permitió frases como estás: “El país inicia un conjunto de inversiones sin precedentes por su complejidad tecnológica, como la planta electronuclear de Cienfuegos.” “Hasta un 20 % de le energía eléctrica que la isla consume podrá producirse en este centro.” Granma (en diferentes fechas).
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