Cuba en el "Día del Medio Ambiente"

Por Carlos Wotzkow


Dicen mis amigos, varios colegas y algunos lectores desconocidos, que el libro "Natumaleza Cubana" ha sido bastante leído en la clandestinidad en Cuba. Según ellos, es considerado como es el primer recuento no aritmético de la destrucción del medio ambiente cubano. La frase, que no es otra cosa que una crítica merecida, no está lejos de la más sincera verdad. A nadie toma por sorpresa que las estadísticas y los datos numéricos que yo ofrecí en aquel libro estaban muy sesgados. El que sepa lo poco que sobre esto se publica en Cuba ya se imaginará el por qué. Pero si bien es cierto que criticar la política ambiental de un país sin presentar estadísticas es como hacerlo sin sentido, también es apropiado decir que defender aquel desastre con cifras falsas es el colmo de la deshonestidad.

Durante décadas, el régimen de Cuba creyó que la destrucción ambiental que ellos llevaban a cabo no se las criticaría nadie. Por ello, nunca hubo informes sobre el estado del medio ambiente hasta que en 1999 se les ocurrió contradecir los datos que ofrecía mi libro. Desde entonces, la Internet y las cifras estadísticas saturan la mensajería electrónica de todas aquellas oficinas que en el archipiélago quieren hacer desaparecer con cantidades virtuales una triste realidad. Esto hace que muchos especialistas cubanos, tan desinformados como serviles, incurran en errores que dan ganas de bromear. Juventud Rebelde, por ejemplo, aseguraba a principios de mes que los habitantes de la "provincia" (1) de Guantánamo habían utilizado 548’000 m³ de madera para cocinar.

Nada sorprendente, si no fuera porque se intentaba demostrar con el ejemplo, que la época de la destrucción forestal durante "Período Especial" estaba legando a su fin. O sea, el problema de la tala de árboles para utilizarlos como combustible doméstico ya estaba a punto de ser resuelto y Cuba, bien que se merecía ser nuevamente premiada por la ONU y obtener la sede para la Convención de Lucha Contra la Desertificación. Con una ONU como la existente, qué dudas cabe de que lo lograrían. Y sin embargo, la cifra oficial de consumo nacional de carbón vegetal en 1999 había alcanzado los 133’000 m³. Es decir, 415’000 m³ menos que la cantidad utilizada por Guantánamo(2). ¿No estaba resuelto el problema del bosque cubano?

Si pongo este ejemplo, es porque sé que hoy, "Día de la Tierra", la prensa cubana publicará los grandes logros alcanzados por la revolución en materia medioambiental, y los acompañará con las mejores cifras y el optimismo que ellas siempre generan. Cuba, según los tecnócratas de Castro, es cada año más verde que las palmas, más verde que los cocodrilos y mucho más que la esperanza. El resto, es sólo una cuestión de tiempo y ya veremos cómo todo un pueblo toma poco a poco conciencia de su horrendo daltonismo. Hasta aquí, lo inevitable. Nadie los puede cambiar y nadie puede hacer llegar al pueblo cubano otra verdad que la que no ven parcialmente sus ojos, o la que vemos nosotros, los que estando afuera, y que podemos comparar sin ninguna imposición.

El discurso oficial de la política ambiental cubana se centra hoy día en el tema de la "sutentabilidad". En el caso de verse obligado a la defensa, el régimen intenta convencer a nativos y extranjeros que la explotación irracional de los recursos naturales en el archipiélago es un problema cíclico, o circunstancial y por ende, "sustentable", pues no conduce a la extinción de especies, ni pone en riesgo el buen funcionamiento de los ecosistemas. De ahí en fuera, los problemas ambientales son creados en el planeta "por los países poderosos, cuyo individualismo los lleva a matar seres humanos y aumentar la pobreza" (3). Esto es creíble, porque más allá de los verdaderos científicos con los que cuenta el país, pocos son en Cuba los que saben el verdadero significado de la palabra "sustentar" en términos ambientales.

El término "sustentable" está unido al de "progreso". Hacer que el mundo progrese es lograr que sus recursos naturales se hagan sustentables. La energía nuclear por ejemplo, utilizada con cuidado y bajo estrictas medidas de seguridad, cuenta con la materia prima necesaria que garantizaría el desarrollo energético a billones de seres humanos durante al menos un billón de años. Contrario a lo que afirma el régimen cubano, los países desarrollados cada día dependen menos de sus recursos naturales primarios. En Europa, el bosque ha crecido en extensión y la agricultura ha dado paso a tecnologías que la hacen más eficiente, menos costosa y menos agresiva con el suelo. Frente a las amenazas que trae consigo la vida moderna, la civilización cuenta cada día con más y mejores tecnologías que le ofrecen múltiples oportunidades.

Si Cuba fuese en realidad un país con una política de sustentabilidad en cuanto a sus recursos naturales se refiere, los cubanos tendrían ya un mayor acceso a los bienes materiales. El agua tuviera una calidad aceptable y un suministro constante. Si Cuba fuese un país preocupado por proteger el medio (en vez de preocupado por proteger un modelo político) la gente intentaría migrar hacía allí y su población estaría en condiciones de elegir su profesión y estilo de vida. Si Cuba estuviera ciertamente en vías de desarrollo, la gente tendría oportunidad de disfrutar de su naturaleza, el ambiente estaría más limpio y la biodiversidad sería un asunto de atención cotidiana y no de urgencia desesperada. Si Cuba se hubiera desarrollado algo en los últimos 9 lustros, no existieran cubanos a los cuales nunca a llegado el calzado, ni luz eléctrica, ni atención médica (4).

El progreso es la consecuencia del desarrollo tecnológico, pero no basta con comprar nuevas computadoras si no hay avances en la forma de gobernar o en la manera de organizar la sociedad. Una organización social saludablemente organizada necesita de universidades independientes, de asociaciones de promoción para las artes y las ciencias, de sindicatos autárquicos, muchas publicaciones sin censura, partidos políticos que satisfagan los intereses de cada uno de sus ciudadanos, organizaciones de derechos humanos y aún así, con todo en la mano, todavía faltarán ciertamente muchos más requisitos para que una sociedad pueda sentirse feliz. Aquellos que discrepen de esta opinión, me gustaría respondieran una pregunta: ¿Cómo puede una generación ser considerada feliz, si la mayoría de sus hijos arriesgan la vida en el mar para tratar de conseguir lo que antes he descrito?

Cuba cuenta con un recurso humano extremadamente bien preparado en el terreno de la biotecnología. Si en vez de estar inventando nuevos patógenos para usarlos en armas biológicas, esta gente dedicara sus conocimientos a la genética molecular de aplicación agropecuaria, ambos sectores no hubieran quebrado económicamente como ha ocurrido. Dice Gisela Alonso (3), presidenta de la Agencia de Medio Ambiente del CITMA, que "por culpa de los países desarrollados 130’000 km cuadrados de bosques tropicales se explotan anualmente y que por ello, ya se encuentran en extinción el 24 % de los mamíferos, el 11 % de las aves, y el 10 % de las plantas terrestres". ¿Podría decirnos cuál es la contribución de la Cuba revolucionaria a esas cifras? ¡Peor, ni los datos alarmistas de Greenpeace!

Una correcta aplicación de los conocimientos en genética molecular ya hubiera permitido a Cuba cultivar en menos áreas y obtener de ellas muchos más alimentos. Esto, dejaría muchas hectáreas de terrenos desmontados libres para la repoblación forestal con especies autóctonas. En cambio, el país ha repoblado de especies exóticas algunas áreas necesitadas de cobertura boscosa y un líder tan maníaco como loco se le ha ocurrido indicarle a las vacas cuántos litros de leche deben dar, o sugerirle a los limoneros dar frutos semejantes a los naranjos. Nuestro país, desde que lo dirige Fidel Castro, está patas arriba. Pero lo peor no es eso, sino que el resto de sus dirigentes, empeñados en no ganarse ni un regaño, le siguen la corriente de la manera más dañina que se pueda imaginar. Rosa Elena Simeón es un buen ejemplo a mano.

Esta demostrado que la pérdida de la biodiversidad mundial es significativamente menos elevada que lo anunciado por los ecologistas cada año (especie de marxistas reciclados y entre los que figuran Greenpeace y Earth First a la cabeza) y que su objetivo no es salvar al mundo de los desmanes del ser humano, sino destrozar la propiedad privada y acabar con todo tipo de libertad individual. Ellos fueron los que anunciaban a mediados de los años 70 que al final del siglo XX el petróleo extraído del subsuelo se agotaría. Hoy no obstante, lo único cierto es que ninguno sabía lo que hablaba. Bangladesh es la prueba más fehaciente de que el exceso de población no es tan perjudicial al medio como el desastroso gobierno que dirige a ese estado.

Nada parece ser más peligroso para la especie humana que estancar en el inmovilismo político la senda que debiera tomarse camino del progreso. Aquellos que en Cuba han culpado a la iniciativa privada durante años, lo único que han logrado es limitar el desarrollo nacional. El resultado, como ya se sabe, es la pobreza generalizada y la incapacidad de la población cubana para ganarse la vida por sí misma. La sociedad cubana está enfrentándose hoy a las terribles consecuencias de haber educado de manera irrelevante a la inmensa mayoría de su población. Estar al día en los aportes que hizo el marxismo a la lucha de clases, o en los aportes de Lennin al Marxismo, o en los aportes de Mao al Leninismo, o en los de Stalin al Maoismo, no salva al bosque cubano de las llamas, ni del fogón doméstico en Cuba.

La represión impuesta al individuo y a los negocios privados ha sido más dañina al medio que al desarrollo interno de la nación. La sociedad puede soportar un gran número de regulaciones irracionales (léase la nueva ley cubana que habla de la protección del medio ambiente y el uso racional de los recursos naturales), pero la naturaleza no. Cultivar una mala variedad de cebollas en 20 hectáreas, es mucho más costoso que cultivar una buena variedad en la mitad de ese espacio. El discurso oficial de que los países ricos son individualistas, egoístas, y asesinos de la humanidad queda descalificado gracias a la realidad. Los Estados Unidos, por citar un sólo ejemplo, acaban de triplicar sus esfuerzos y donativos a favor de los países sudsaharianos con altos índices de enfermos del SIDA.

¿Puede acaso el internacionalismo proletario ruso, o chino hacer lo mismo? Ni que decir de Cuba, o Corea del Norte, dos países que matan de hambre a sus respectivos pueblos.

Creer que los países desarrollados son los que deben reducir su consumo de energía y emisiones de gas es un inmenso error. Primero, habría que obligar a los países productores de este tipo de mentiras a reducir sus ocultas intenciones. Segundo, habría que cerrar todas las fábricas obsoletas y contaminantes que hay en países como China, Rusia, Cuba, y Corea del Norte. Pero lo mejor de todo, sería sugerirles cambiar de tema. El Tratado de Kioto no es otra cosa que un grillete de envidia contra el desarrollo y el sano aprovechamiento que han llevado a cabo algunos países con sus recursos naturales. Siempre habrá gente que mire el progreso como algo malvado y destructivo, pero estos profetas del Apocalipsis ambiental no son otra cosa que impotentes maliciosos y sectarios.

Si el aire que se respira en Nueva York fuese irrespirable; si el agua que se toma en la Florida no fuese potable; si las oportunidades para un desarrollo individual pleno estuvieran limitadas en los Estados Unidos, creo que la emigración masiva desde Cuba fuera entonces parte de un descabellado sueño. En cambio, y a juzgar por las evidencias y el buen desarrollo del capitalismo norteamericano, el único que no parece ser una pesadilla soportable es la dictadura de Fidel Castro. No creo que el amable lector se merezca más, ni tampoco que tenga la paciencia para que yo le hable de los logros ambientales de la doctrina "fidelista". Quizás les baste con una sola frase: las dictaduras del proletariado, en cualquier forma que ustedes las conciban, no son otra cosa que un paraíso muy poco sustentable.


Carlos Wotzkow
Bienne, Junio 5, 2003

Notas

1.- Provincia de Guantánamo: No existe, no es una provincia histórica de Cuba, sino una invención de Fidel Castro para dividir aún más el sentimiento de unidad que había entre los habitantes de la provincia de Oriente. Es parte de estrategia que ha aplicado a toda la sociedad cubana.

2.- Agence France Press (2003): Cocinar con leña afecta la salud de los cubanos. El Nuevo Herald. Martes 15 de Mayo 2003.

3.- Pérez Saéz, Dora (2003): La ayuda ambiental no juega con la pobreza. Juventud Rebelde. Miércoles 4 de Junio 2003.

4.- Pobreza en Cuba: Ascendiendo por las márgenes del Río Toa, más arriba de una localidad conocida como "La Perrera", usted puede ver cubanos cuyos pies son más anchos que cualquier horma de zapato. Esto no se debe a ninguna tara genética, sino a que nunca han utilizado calzado, ni conocen la televisión, ni gozan de servicios médicos locales. Están llenos de garrapatas, se drogan con flor de campana y con ella soportan el dolor de las heridas y los accidentes. No lo he inventado yo, usted puede ir a conocerlos.


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