CLINTON Y SU EUGENESICA POLITICA

Por Carlos Wotzkow

"Un hombre de palabras y no de hechos Es como un jardín lleno de hierbajos."

Marty Blazis*


No ha vendido un millón de copias y por eso, no tiene ningún premio de platino. No es promovido por ninguna televisión pública norteamericana y por tanto, no ha podido escapar al triste anonimato. Sin embargo, esa es la característica que hace que el documental "Covering Cuba 3 Elián" sea un material independiente y verdaderamente humano. Después de leer tantas revelaciones sobre los procedimientos de Bill Clinton, en lo absoluto honestos, Agustín Blázquez revisa la versión oficial de los hechos durante los días en que el niño balsero estuvo en los Estados Unidos y con ellos, confronta la realidad.

Apenas recibí una copia de este excelente reportaje me puse a mirarlo. Quería enterarme de lo que creía sería una nueva perspectiva sobre el tema. Pero encontré que había recibido algo totalmente inesperado. Este maravilloso documental de excelente música e impecable realización no era un material político. Simplemente, no se trataba de una valoración diferente de la saga de Elían, sino de otra historia. La verdadera, desconocida y silenciada historia de un niño cubano, al que los anatematizadores del gobierno más poderoso del mundo habían planeado desde la Casa Blanca un destino sumamente cruel: el cautiverio.

El que vea "Elián" verá como algunos medios de difusión masiva en los Estados Unidos marchitan a los cubanos y hacen que sus vidas desaparezcan de la memoria histórica a medida que sus sueños se degradan. Pero ver "Elián" en ese contexto, es constatar además que esa supresión se nos inflige a partir del odio de considerársenos unas no personas. El demócrata norteamericano, en su afán de confraternizar con el dictador Fidel Castro, intenta ausentarnos de la vida política común, y de la memoria inmediata de un país que, sencillamente, no debe (ni puede) pasarnos por alto.

El exilio cubano ha sufrido el olvido amoral de algunos sectores políticos de los Estados Unidos, pero no como consecuencia de un prejuicio general, sino motivado a partir de un malintencionado vituperio. Se nos afrenta por escapar y renegar del reino de la infamia (la Cuba castrista). Se nos deshonra por mantenernos firmes en la búsqueda de la libertad. Y por encima de todo, por constituir la diana de un entramado perverso dirigido por la clase más corrupta que habita la tierra: los liberales norteamericanos, dueños de la propaganda marxista en el hemisferio occidental y maestros en el arte de la distorsión.

Para la inmensa mayoría de los integrantes del exilio político cubano, la lucha contra Fidel Castro constituye la única razón de vivir. Para esas cadenas televisivas en cambio, el objetivo es transformar el escenario político a partir de una plétora de mentiras oficiales. Sólo necesitan un pequeño impulso y la maquinaría de la difamación se activa hasta que el pueblo estadounidense funcione como un rebaño que aplaude sólo el comportamiento de sus líderes más incapaces.

La política contemporánea no posee herramienta más poderosa que la comercialización coordinada y generalizada de la mentira política. En Covering Cuba 3 Elián, los propios interlocutores se nos muestran ya lo suficientemente pasmosos como para obviar la maquinaria publicitaria que los acompaña. De esta forma, todo televidente que no se encuentre empantanado en el charco de la apatía humana, sabe que la injusticia norteamericana, en manos de Janet Reno, Pastors for Peace y otros demócratas incorporados, alcanzó su máximo apogeo durante la tramitación jurídica del caso Elián.

Otra vez es Shakespeare y Macbeth quienes nos regalan esa frase canónica que tan apropiada resulta para la ocasión. Con ella, es fácil caracterizar a la justicia que imperó durante la administración de Clinton. "Si todo terminara una vez hecho, sería conveniente acabar pronto". ("If it were done, twere well it were done quickly"). O sea, como el dictador Franco hizo con Julián Grimau, o como dictador Castro hizo con Arnaldo Ochoa: "Si los vamos a asesinar sin importar lo que en realidad hayan hecho, hagámoslo de una vez para que la gente lo olvide pronto".

En Elián, Agustín Blázquez no hace lo que todos esperaban. Covering Cuba 3 Elián no va dirigida a un público anticastrista, sino a un sector norteamericano tradicionalmente engañado sobre la realidad cubana. Con la sensibilidad única de quien ha sufrido el destierro en condiciones similares este documental nos hace llorar. Por primera vez en los 10 años que llevo en el exilio veo un documental sobre un suceso que atañe a los cubanos sin alforjas doctrinarias. Y sin embargo, es un inventario de nuestra resistencia (I mean endurance), de nuestra perseverancia y de nuestra supervivencia en un ambiente sigilosamente hostil.

La fascinación pública ha gustado siempre de seguir a las aberraciones históricas, pero la aclamación de los asesinos será siempre irregular y episódica. Por suerte Bill Clinton nunca se convertirá en un ídolo cultural generalizado y Castro, no es una asesino en serie lo suficientemente atractivo como para que lo promuevan desde Hollywood. No se trata de personajes divertidos sino dolorosos. La razón puede que sea trivial, pero no conozco una mejor respuesta a este dilema que la propuesta en Elián por Agustín Blázquez. En él usted verá a Castro y a Clinton como corresponde: poderosos y feroces, pero irremediablemente extinguidos.

El escándalo político de Elián se transforma por primera vez en el de un pequeño e insignificante niño que ofrece a su difunta madre la categoría de mamá. Un mérito que a lo largo de los meses Bill Clinton y Fidel Castro intentaron robarle. Elián es la historia creíble de cientos de niños cubanos. Pero lo que la hace única es el hecho de estar contada desde un punto de vista aún desconocido. La deportación de Elián a Cuba intentó frenar sus secuelas y ocultar las consecuencias de un pacto político, pero no ha podido asegurar su éxito. La aparición de este documental hoy, es la prueba que aquel golpe traicionero no fue "todo y fin de todo".

A los demócratas de hoy ya les ha costado una presidencia, pero a los del mañana les costará todavía más, cuando las relaciones internacionales no se tramiten con un déspota.


Carlos Wotzkow
Bienne, Diciembre 2002

*Marty Blazis: "A man of words and not of deeds / Is like a garden full of weeds."

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