La ecosistectomía en Cuba: su agenda bahías

Por Esteban Casañas** y Carlos Wotzkow***


Primera parte

"Obviamente para estos huérfanos del comunismo, todos los males que ellos le asignan al neoliberalismo han sido resueltos en Cuba por el Líder Máximo.".

Carlos Alberto Montaner*


Según nos cuenta tía tata, o mejor dicho María López Vigil, antes de la revolución, como ya se sabe, todo era malo. "La industria instalada en la capital de Cuba, de tecnología estadounidense, no contaba con mecanismos de descontaminación (¿como la rusa?), y vertía sus desechos a los ríos Luyanó, Almendares y a la Bahía. Para la revolución, era casi imposible no contaminar por culpa del bloqueo, y a pesar de instalarse en las fábricas de origen soviético añadidos de tecnologías occidentales menos agresivas con el medio, la mayoría se instaló al interior del país y no en La Habana (1).

Este retorcido texto, lleno de explicaciones ridículas al tema de la destrucción del medio ambiente, no se detiene ahí, sino que continua jugando con el tema de la bahía insigne del país. Así, nos asegura que 16 años después del triunfo de la revolución, o sea, en 1975, la preocupación del gobierno era tal que incluso se llegó a invitar un buque limpia-bahías británico para que visitara la rada de La Habana y trabajará en ella durante cinco años. Sin embargo, se le olvidó decir que este barco estuvo allí la mayoría del tiempo sin trabajar, y hasta que se fue por falta de pago. Después, es que el régimen ideó "una costosa barrera" frente a la refinería de petróleo, "pues esta industria de los años 40 era la responsable principal de la contaminación" de nuestra hermosa bahía.

¡Alabao! Tenemos que exclamar, al ver cómo estos ecologistas al servicio del comunismo logran inventar el término de la "ecosistectomía", que no es otra cosa que la eliminación de los sistemas ecológicos por el sencillo método de su extirpación, como mismo hacen los doctores de la revolución para disminuir el número de hambrientos en Cuba eliminando los órganos reproductores de ciertas afectadas (histerectomía), o los órganos del sistema alimenticio de ciertos ciudadanos a los que no asienta bien el picadillo de soja (gastrectomía).

Pero a los hechos, pues toda la sarta de mentiras esgrimidas en las conferencias que propician los liberales norteamericanos y que escriben estos esclavos de Fidel Castro se merecen una contundente respuesta. No olvidemos que las grandes manchas de crudo flotando en la Bahía de la Habana datan de principios de los años 60 y que ellas empezaron cuando los marinos rusos y cubanos achicaban la sentina de maquinas contaminadas por el petróleo como si nada pasara. Una práctica que después se extendió a los imbornales, desde los que salían de todas las embarcaciones los desperdicios sanitarios y las aguas repletas de productos imposibles de catalogar durante el achique de sus embarcaciones.

Todos, absolutamente todos los barcos que se encontraban fondeados en los puertos de Cuba, achicaban sus aguas letales dentro de las radas desde que perdieron el empleo de ellas los inspectores de gobernación que las protegían. ¿A qué se debió esto? Pues sencillamente a que Cuba erradicó el sistema de vigilancia que antes existía en el interior de sus puertos (como sucede en muchos otros países del mundo), y que impedían estos actos criminales (por llamarlos de alguna manera) contra los ecosistemas marinos y la salud humana. En el caso de los barcos cubanos, esa operación se ha realizado siempre desde 1960 sin notificación al oficial encargado de los cálculos de la estabilidad del buque, algo que, como ya mencionamos anteriormente, es aún cometido en cualquier bahía cubana.

Y si ello ocurría en el principal puerto de la nación, ¿qué no ocurriría en aquellos donde ni los prácticos tenían lanchas para operar?. Es sumamente difícil de contestar esa pregunta, pero podemos asegurar que todos aquellos buques cubanos, en los que se vaciaban sentinas y bodegas, lo realizaban sin ningún tipo de control, e incluso, después de haber descargado productos altamente tóxicos para el medio ambiente. Un ejemplo de esa peligrosa contaminación es explicable a través de la pérdida del buque "Coral Island", el cual tuvo que ser remolcado fuera del puerto habanero y varado en la Playa del Chivo, muy próximo a la salida del túnel de la bahía.

El causante de semejante desastre no fue tanto la persona que tiró por la portilla (ventana) un cigarro sin apagar, sino el estado cubano que permitía la formación de gruesas natas de petróleo en la superficie de la rada y el hecho de que el barco se encontrara abarloado (amarrado junto a otro buque), lo que permitió la combustión inmediata de gases y el crudo acumulado entre ambos. Como consecuencia, se perdió un buque con un valor de varios millones de dólares, y el infeliz fumador se pasó un mes encarcelado en Villa Marista como castigo por una apatía de origen estatal y por culpa de una negligencia puramente administrativa.

Desde entonces, la flota mercante de Cuba atentaba contra la vida marítima más allá de sus fronteras, pues tanto el Capitán, como el Primer Oficial y el Jefe de Maquinas se veían obligados a achicar los residuos de sus bodegas de carga siguiendo órdenes que en Cuba siempre se emitían "desde arriba" (sin que se pueda nunca encontrar a ese miserable instalado en el cosmos). Por ello, la marina mercante de Cuba era un vector contaminante (pues sus bodegas almacenaban a veces más de 100 productos diferentes, entre los que se encontraban con frecuencia las substancias químicas corrosivas y explosivas), no sólo para los puertos cubanos de Cienfuegos, Puerto Padre, Nuevitas, Júcaro, Matanzas, etc, sino en los de muchos otros países "amigos".

Como que los medios utilizados en Cuba para la estiba han sido siempre manuales y muy primitivos, con grúas obsoletas y contenedores abiertos, la cantidad de averías y derrames producidos durante cualquier descarga portuaria es algo siempre notable y un desastre que siempre va a parar al mar. Ahora bien, lo peor no radica en esto, sino en que los barcos modelo "San Mames" producidos en España y arrendados a Cuba bajo la opción de compra, requerían inundar la bodega número 3 para poder navegar en lastre. Esta operación, realizada únicamente en las aguas tranquilas de otras bahías sucias del planeta (porque al menor movimiento brusco el barco podía dar la vuelta de campana y naufragar) llenaba esa bodega con 3675 toneladas métricas de aguas contaminadas que luego se vaciaban en nuestros puertos para entonces rellenarlas, sin lavar, de azúcar a granel.

Algunos hablan de las limpiezas de las bodegas en alta mar, pero la realidad demuestra que en nuestro país pocos eran los barcos que abandonaran el puerto sin lavarlas previamente. Otras veces la operación se realizaba a 5 millas náuticas para que los desechos fueran arrastrados por las corrientes del golfo, pero en esas pocas oportunidades, pocas eran las veces en las que se cumplía la distancia mencionada. Cuando la Organización Marítima Internacional acuerda mediante convenio la prohibición de limpiar los hidrocarburos de los barcos en el mar, Cuba, que era signataria, debía instalar en todos sus buques un equipo llamado "separador de sentinas", que separara el petróleo, el aceite, y otras substancias del agua hasta un nivel que permitiera la expulsión de esta última al mar.

Estos achiques debían así mismo reflejarse en un libro, señalando entre otros detalles, la posición geográfica donde se producía el vertido. A excepción de unos pocos barcos de la flota cubana, el "Aracelio Iglesias", el "Frank País", el "Casablanca", el "Otto Parellada" y otros muchos, sólo poseían un adorno para engañar a los inspectores internacionales y no era poco común ver al responsable de Máquinas consultando apresuradamente alguna posición geográfica de conveniencia para llenar el libro. Esto es lo que hizo el Jefe de Máquinas del "Aracelio Iglesias" una noche de enero de 1983 en el puerto de Amberes, o como se realizó desde el "Casablanca" en el puerto de Wampoa en 1985. La razón, una sola, y es que Cuba no estaba dispuesta a pagar por el servicio de patanas higiénicas para depositar en ellas sus contaminantes desechos y debían hacerlo aprovechando la oscuridad de la noche.

A la destrucción de la fauna marina que sí existía en todos los puertos cubanos (la fauna, no tanto la destrucción) antes de la revolución, hay que agregar la indiferencia demostrada en todas sus operaciones portuarias. Durante muchos años la estiba de miles de toneladas de abonos químicos se realizaba erigiendo grandes montañas del producto a la intemperie, a merced del viento y las lluvias que lo arrastraban con facilidad hacia las aguas de la bahía. Ejemplos de esta contaminación eran frecuentes en La Habana, Matanzas, Santiago de Cuba y Bahía Honda, y en esas condiciones se pasaban meses sin ser retirados como mismo ocurría con los llegados en sacos de polietileno, que con el transcurso de los días y las inclemencias del clima se deterioraban y su contenido tenía el mismo final.

En 1968 Bahía Honda contaba con un espigón muy cercano al central azucarero desde donde se exportaba el azúcar en sacos. Pero en 1976, cuando se inaugura el barco "Renato Guitart", el espigón cercano a la cooperativa pesquera operaba con gente inexperta que permitía la pérdida diaria de mercancías producto de la mala manipulación de las cargas. Aquel, fue el inicio de la pérdida de esa bella bahía que luego, se utilizó para el desguace de buques como ya se ha publicado (2). Sabido es que Cuba no ha contado nunca con la experiencia necesaria, ni con los medios imprescindibles para realizar estos desguaces, pero la codicia por la venta de ese acero fue siempre más importante que el entorno. Imagínense entonces, que pasaría cuando el desmantelamiento de los barcos llegaba al área dedicada a los tanques de crudo.

Por último y para acabar con esta línea destructiva del ecosistema propiciada por la revolución cubana, no nos olvidemos del lanzamiento al mar de miles de toneladas de explosivos donde se producían embarques militares. Esto fue una técnica no sólo perfeccionada en Cuba, sino que la exportamos a todos los puertos angoleños y nicaragüenses, sin contar que se hizo de forma un tanto más restringida en el Congo, Etiopía, Somalia, y todos aquellos puertos y países donde nuestra participación militar fue importante. Hoy, lejos de andarse con tanta demagogia política, aquellos que todavía sustentan inmoral e ideológicamente a la revolución cubana, debieran de sentir vergüenza cuando piden dinero a las asociaciones ecologistas occidentales para remendar el daño hecho.

Todo el que ha nacido en Cuba siente, cuando menos, una atracción positiva por la belleza de su mar. A la mayoría nos gusta pescar aunque haya quien no se coma luego esos peces, pero cuando los autores estabamos a punto de dejar la isla y partir hacia el destierro, a ambos, de manera individual y casi telepática, nos entró nostalgia por ir a pescar y hacerlo por última vez desde sus orillas. Esteban Casañas se fue al "Salado" y yo, me fui a bucear a "Brisas del Mar", ambos disfrutamos mucho con la compañía de nuestros seres queridos, pero a pesar de haber llegado muy temprano en la mañana e intentar comer de nuestras artes, allí nos sorprendió la puesta del sol y aún no habíamos pescado nada.


Referencias

*Montaner, Carlos Alberto (2001): ¡Ahí viene el lobo feroz! en: "Manual del perfecto idiota latinoamericano. Plaza & Janes, España. p. 262.

**Esteban Casañas es Primer Oficial de la Academia Naval de Cuba y ejerció como tal en la Marina Mercante de ese país hasta 1991.

***Carlos Wotzkow es ornitólogo y autor del libro "Natumaleza Cubana". Ha escrito decenas de trabajos encaminados a denunciar la destrucción del medio ambiente en Cuba.

1.- López, María (2000): Cuba 20 temas para una agenda verde. American Friends Service Committee. 34 pp.

2.- Wotzkow, Carlos (1998): Natumaleza Cubana. Ediciones Universal, Miami. 294 pp.

Nota: Esta serie de artículos son una respuesta al voluntarismo ecologista que invade a Cuba por la vía del American Friends Service Committee. Asociación dirigida desde los Estados Unidos por Richard Erstal que, por motivos imposibles de explicar, defiende la política ambiental del desgobierno cubano.



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