LAS REMESAS FAMILIARES: UN DILEMA VULNERABLE

by Carlos Wotzkow


 

"La visión de miles de manifestantes en la isla, desfilando frente a la antigua Embajada Americana de La Habana, con zapatos Nike y camisa y pantalón de diseñadores, nos da la imagen del error que estamos cometiendo. Mientras mantenemos a nuestras familias, estas, bajo cohersión del régimen, va a las manifestaciones en donde se nos llama con los epítetos más insultantes, caminan con nuestros zapatos, desfilan con nuestras ropas y la comida que tienen en la casa proviene de las "casas de dólares" comprados con nuestro dinero".

Manuel A. Alvarez Casado



Algunos en nuestro exilio, atando cabos para llegar a comprender la supervivencia del régimen de Fidel Castro, creen que acabar con las remesas familiares aceleraría la caída del dictador cubano. Los hay quienes afirman que el monto de esas remesas alcanza los 1000`000`000 de dólares, pero también, los que afirman que no llegan ni siquiera a la mitad. Cualquiera sea la cifra exacta, demos gracias a que el monto total de esa ayuda no sea tan importante, como se dice, porque si no, con una relación interpretada de forma tan simple, apenas nos permitiría sonreir.

Bert Corzo1, en un artículo depositado en mi e-mail, no se sabe cómo, sostiene que el régimen de Castro no sobreviviría si todos los cubanos del exilio eliminan de una vez por todas las remesas económicas de ayuda a nuestros familiares, los viajes a Cuba para visitarlos, y las llamadas telefónicas a esa fracción de la familia que ha quedado allá. Creer que no se evoluciona en nuestra guerra contra la tiranía porque el ataque no ha sido lo suficientemente integrado, es creer que una parte del cuerpo no puede evolucionar si no cambia al unísono todo su conjunto.

Sin criticarlos, hay que sacarlos de su garrafal error. Creer que el exilio debe actuar permanentemente unido (tal como ha hecho para el caso del niño Elián), es no poder imaginar un cambio importante sin que cada uno de sus miembros adquiera la perfección de un nuevo y "óptimo" análisis moral. ¡Que pena señor Corzo! Pero si ello fuera realmente así, y creo poder darle ideas sobre evolución, entonces estaríamos ante un exilio que no evoluciona, ante una comunidad que no se adapta a los cambios, y ante una porción de pueblo que no puede enfrentar los cambios de estrategias que les impone su malvado dictador. ¿Sabe usted lo que eso significa?

La mitad del argumento de Bert Corzo y otros tantos seguidores es correcta. Si al régimen de Castro dejara de entrarle ese torrente de dólares el déspota de seguro que se lo sentiría. Pero el pueblo cubano, o la parte que se beneficia de esas remesas quedaría en la miseria total, se vería castigada a no poder soñar con ningún tipo de reunificación familiar, padecería más hambruna y enfermedades infecciosas, y finalmente, acusaría al exilio de asfixiarlos aún más con su poca solidaridad. Esto, sin contar el uso y desuso que haría el tirano para convencer a los idiots savants de la administración "demócrata" norteamericana de la necesidad de eliminar (a punta de fusil si fuese necesario) los poderes y ventajas conquistadas por el exilio en Norteamérica.

Nuestro exilio, gracias a Dios, es en gran medida modular y disociable, y aunque el cerebro esté conectado al corazón, nuestros hermanos saben que pueden detestar y combatir al castrismo sin afectar la atención a sus padres, hermanos, o hijos. Nadie que conozca las bases morales que nos hacen responsables de la ayuda a nuestros seres queridos puede clasificarnos como colaboradores de Castro. Esa moral es más bien una palabra que, según seamos, o estemos educados, aplicamos a un vasto conjunto de compromisos mentales (hasta cierto punto independientes) y que pueden, en ciertos casos, llegar a ser incluso contradictorios.

El ejemplo clásico es el de la independencia relativa que cada cubano salió buscando desde Cuba. Resulta que por la radio nos enseñaron que los derechos humanos no se respetaban en la isla y cuando llegamos al continente, se nos exige, que sé yo desde que trasnochada tribuna, que utilicemos el dinero que con tanto trabajo nos ganamos en otra cosa; que faltemos a la responsabilidad de hijos y no ayudemos económicamente a nuestros padres; que los incomuniquemos más de lo que están y finalmente, que si tenemos chance, ni siquiera los visitemos. Al que no le quede nadie en Cuba que lo haga, que yo le aplaudiré su posición.

Considero que es una bendición el que al ocaso de la vida de un padre su hijo pueda ayudarlo, visitarlo, abrazarlo y hacerle un poco de grata compañía. Sin embargo, a los que somos refugiados políticos reconocidos por la Convención de Ginebra (la del 28 de julio de 1951), esa bendición nos está vetada y entonces, no nos queda otra alternativa que las llamadas cuya conversación transcurre en códigos, las ayudas financieras esporádicas (no todos los cubanos que visitan la isla te llevan mensajes y dinero si eres como mismo ellos dicen, un apestado) y la firme creencia de que hacemos bien.

En lo personal, debo reconocer que me fascinan los tipos como Corzo, pero por dos razones muy diferentes: en primer lugar, porque son muy pocos, y los extremos siempre fascinan (el más necio, el más egoísta, el más idiota), y en segundo lugar, porque ellos también llaman nuestra atención al darnos la impresión de que nos desvelan su naturaleza: nos enseñan a entender su desviación extrema. Si el señor Bert Corzo y seguidores pudieran evitar que Bill Clinton le comprara puros a Castro a su paso por Ginebra, o que el señor José María Aznar limitara sus inversiones en Cuba, o en definitiva, que 178 estados independientes (pero dependientes) dejaran de prestarle dinero a Castro, entonces yo me sumaría a su idea y otras moratorias sin responsables conocidos2.

Por desgracia, tal parece que no se dan cuenta de un error. Si la libertad de un país pasara por una idea tan simple, y si el cubano promedio no se creyera el mejor del mundo, cualquier intento democrático en Cuba peligraría en igual medida. Estas personas, sin lugar a dudas patriotas de buena fe, adquieren una convicción extraordinaria al descubrir algo contra lo que ellos pueden luchar, pero trabajan tan concienzudamente en ello, que se olvidan de todo lo demás. Por ejemplo, durante los últimos dos meses en los que yo he trabajado en otras cosas sin poder sentarme a escribir, y sin que me quedara tiempo para disfrutar lo que he ganado, leo el e-mail de un extraño que me dice: "olvídate de tus viejos", "no les envíes ni un centavo porque esos dólares van a parar indirectamente a las arcas de Fidel", "a Fidel le corresponde la responsabilidad de alimentar al pueblo". Y tiene razón, pero a mí me corresponde la obligación de ser buen hijo y entonces desde ahí la pierde.

Pocos podemos dar una explicación decente de cómo hacemos aquello que mejor hacemos, pues en la mayoría de los casos, cualquier destello de talento nos resulta algo automático. Pero hay gente que se inventa algoritmos y los repite tanto que se llega a creer hasta sus resultados. Si nos decían por la radio (único cordón umbilical entre el exilio y la patria durante años) que afuera estaba la libertad, ¿cómo fue posible que el presidente norteamericano siguiera las órdenes de Fidel Castro y secuestrara a mano armada a un niño para cumplir ad nauseam semejante narrishkeit? Si nos aseguraban que la libertad de expresión era un derecho indiscutible del ser humano ¿cómo fue posible que después nos clasificaran de políticamente incorrectos?

Me resulta todo un misterio, del mayor interés moral, cómo estos calculadores de algoritmos económicos pueden ignorar la ética, los derechos humanos tantas veces defendidos, y las particularidades emocionales, sentimentales y circunstanciales de cada cubano a los que ellos llaman a imponerse un sacrificio. Manuel Alvarez Casado3, divorciado con el sentir de una buena parte del exilio, escribe un artículo en el que se une al menguado grupo que, también como idiotas-sabios acaban de descubrir que las remesas familiares representan más dinero para el gobierno de Castro que la zafra azucarera. Pero ninguno saca en cuenta que España, por ejemplo, tiene 73 empresas invirtiendo miles de millones de dólares en la Cuba de Castro, ni que Aznar ha declarado la guerra mediática al exilio cubano porque este denuncia su política de oportunismo, ni mucho menos, que ese mismo tránsfuga de la derecha es el encargado de hacer el lobby a Fidel ante la Comunidad Económica Europea, para que esta presione a los Estados Unidos y consiga, como lo están logrando, que el presidente Clinton acabe con el embargo moral4 impuesto a Cuba y derogue la ley de ajuste cubano.

Estoy de acuerdo en que el pueblo cubano es un pueblo de sobrevivientes (mejor así antes que un pueblo muerto), y es también muy cierto que en parte, las remesas constituyen un chupete pacificador para alguna gente (lo que los salva, porque están desarmados), pero Alvarez Casado parece olvidarse de los disidentes y de esos cientos de familias cubanas que, con un miembro preso, han seguido dando apoyo al espíritu del opositor gracias a una ayuda económica desde el exilio que les permite alimentarse aún después de haber sido asesinados socialmente. Tan al tanto ha estado la opinión internacional del caso Cuba, que cuando salieron en internet dichas moratorias, inmediatamente nos acusaron de querer intentar matar a nuestras propias familias con tal de molestar a Castro.

Estas moratorias (en muchos casos anónimos y con instigadores que no dan la cara5) nos dan una idea del inmenso error que quiere cometerse. En los días en que una de ellas salió, (finales de abril) la prensa suiza, generalmente muy crítica con Castro, detuvo sus comentarios a favor de la democracia en Cuba y nos retrató como un exilio egoísta e insensible. Más aún, y lo que nunca había sucedido, el Departamento Federal de Justicia y Policía empezó a negar el asilo a los cubanos que lo demandaban y a argumentar que su deportación era ahora "técnicamente posible". A todos nos queda claro que el ser humano es un cuentista de historias por naturaleza y que el cubano, es capaz de organizar su mundo a golpe de cuentos. Pero ¿cómo puede un grupo de cubanos dar sentido a una acción política si no es capaz de entender y preocuparse por sus resultados?

Si nos dedicáramos más a divulgar la ayuda que enviamos a nuestros seres queridos en Cuba; si nos dedicáramos a explicar que ese dinero es luego utilizado por Fidel Castro para incrementar la represión del pueblo; si en vez de dar pie a las malas interpretaciones utilizamos esa bondad innata (o parental) y ese deber cumplido de familia para ridiculizar la economía de ese régimen consumidor de préstamos y exportador de deudas, de seguro que estaríamos mejor considerados. Soy capaz de comprender como piensan aquellos con minusvalías morales, pero tal parece que raramente alguien se pone a pensar en la lucha interna que sufren aquellos que todavía tienen familia en aquel infierno. Todos debiéramos ordenar la confusión, que florece, en las acciones "del otro", pero si no somos tolerantes para entender su historia, mejor será que ordenemos nuestro propio concepto de la democracia.

Los cubanos somos miembros de una sociedad disfuncional que ya va para 50 años de lucha por hallar la regularidad democrática donde amarrar el derecho que le corresponde y darle a este algún sentido. Pero hasta ahora, muchos de nuestros esfuerzos han andado por callejones sin salida y este es uno de ellos. Como que interpretamos mal dónde están los males llevamos años buscando pistas adicionales que nos ayuden a encontrarlos. ¿Barbudo significa malo? ¿Manifestante significa simpatizante? Todos sabemos que no. Y si no somos capaces de entender la desgracia que nos va tocando vivir ¿cómo podremos organizarla?

Quizás no sepamos nunca por qué, o cómo, o qué, pero al menos podremos ordenar las cosas según una secuencia temporal y darnos cuenta que los hijos están en deuda con sus padres y obligados de por vida para con sus hijos. El que no esté de acuerdo con esto no defiende la unidad social que representa la familia y entonces, está más cerca de Castro que de Cuba. Si no se juzga a la familia desde esa perspectiva, jamás será nadie capaz de demostrar el deber que lo asiste al hablar en beneficio de su propia patria. Si por el contrario, lo que se quiere es hacerse notar desarrollando una campaña tan agresiva, no me imagino una elección más maravillosa y libre como respuesta que la desobediencia.

No apelo a la guerra. Una explicación serena siempre ayuda más, sobre todo, a esos cubanos que han intentado con tanto esfuerzo derrocar a Castro y nunca lo han logrado. Ojalá y cada uno de nosotros hiciera uso de su talento especial, sea cual sea, o por limitado que parezca, cada vez que nos entregamos a la más noble de nuestras actividades. De seguro encontraríamos un mejor sentido al milagro de haber nacido y entonces, comprenderíamos cómo desempeñar mejor la pequeña parte que nos toca en esta visita que le hacemos a la vida. Si somos el tronco, no nos olvidemos ni de las raíces ni de nuestros frutos. Al fin y al cabo, la tierra, por buena que esta sea, siempre será reemplazable si creemos en la secuencia lineal del tiempo y que una tumba en ella, vale lo mismo si hemos actuado con bondad.


FIN


Carlos Wotzkow
Bienne, Junio 2000

Referencias

1.- Corzo, Bert (2000): To sanction economically the Castro regime. Sun Valley. CA Jun. 5, 2000

2.- Santiagom@aol.com (2000): Call for moratory: no more trips and money to Cuba for 90 days, as of May 1° 2000.

3.- Alvarez Casado, Manuel A. (2000): Porque debemos para los envíos de dinero a Cuba. WA4RZL May 7, 2000-06-18

4.- Wotzkow, Carlos (2000): Y sin embargo el embargo. Revista Guaracabuya. Sociedad Económica de Amigos del País. 4 pp.

5.- moratory@aol.com (2000): Sin respuesta a un e-mail invitando a debate. gundlachi@hotmail.com May 16, 2000.



Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

www.amigospais-guaracabuya.org