NORBERTO FUENTES: ¿ EXILIADO O INFILTRADO?por Carlos Wotzkow
El Sr. Norberto Fuentes, a pesar de ser un asesino confeso y un castrista declarado, ha sido recibido por el exilio cubano con magnánimo respeto. Sin embargo, el ejemplo del ideal martiano al que yo he acudido en el exergo, es algo que el Sr. Fuentes no para de fustigar para dar así más leña al fuego que alimenta el odio entre la diáspora, y a la propaganda que realza en cada momento la astucia de Fidel Castro, su ídolo imperfecto. A pesar de la pasión que me despierta el derecho de replica, no voy a ser yo el que deje molesto a los que piensan como el buen Martí. Para que el desprestigio sea total, mejor dejemos que sea él mismo, Norberto Fuentes, quien nos desvele su verdadera identidad. Veamos pues, la anatomía de este "desertor". En la introducción de su libro "Cazabandido", el Sr. Fuentes dice: "Les hablo de la mejor época. La que se añora. Yo fui corresponsal de esa campaña. Un corresponsal que me convertiría en fiscal para entrevistar a los bandidos, y también podía ser miembro de un pelotón de fusilamientos. Quiero decir, de esa campaña que para mí fue una fiesta, aunque extraña. Una fiesta leninista." Un periodista convertido en fiscal nos demuestra aquí el sentido de la justicia de Norberto Fuentes y sus secuaces. Pensar entonces que hubo en Cuba compatriotas encarcelados por más de 20 años por la Causa Escambray, reclama un poco de justicia contra este fiscal improvisado. Fusilar alzados (entre los que se encontraban mayoritariamente cientos de campesinos pobres inconformes con el comunismo1), parece que llegó a ser su hobby favorito. Así, sin la menor muestra de arrepentimiento, Norberto Fuentes, mayor de la seguridad del Estado en aquellos años, nos lo deja ver a lo largo de la narración que hizo sobre esa campaña fratricida. "Resultó que en 1961 algunas lecturas me dejaron ardiendo el alma. Alejandro Beck me llevó con "Los hombres de Panfilov" y aprendí a conceptuar la Patria y a fusilar traidores."2 ¿Traidores? ¿Para quién? Pues para él, porque el papel de verdugo que el oficial Fuentes asumió y la nostalgia con que lo recuerda desde los Estados Unidos en su último libro ya va para 40 años. En su nuevo libro, escrito desde un territorio al que siempre consideró enemigo, no sólo nos documenta con fotografías su postura arrogante cuando realizaba, como agente de la inteligencia cubana, interrogatorios a los africanos desarmados, sino que además, nos confiesa que a esos negros se les fusiló después. Como si la guerra de Angola no hubiese sido un genocidio contra ese pueblo africano que al cubano no había hecho ningún daño. Si Pol Pot viviera, el Sr. Fuentes se ganaría un empleo de asesor. Vean sino como este veterano relata con regocijo y en tercera persona sus andanzas por el Africa: "regresaban a casa – la base de Menongue – y con los cañones de los AK aún humeantes y al rojo luego del reparto de caramelos."3 ¿No les resulta insensible y además grotesco? Su odisea para escapar de Cuba más me recuerda a las aventuras de Ulises que algún hecho de la realidad. Norberto Fuentes, lejos de agradecer al exilio el seguir con vida, sigue mostrándose servil, encantado, y atraído por Fidel Castro y el poder que este representa. Él, como nadie, sigue amando ese poder a pesar de "haber dejado de ser uno de sus miembros más activos" (entrecomillas que yo siempre pondré en dudas), nos lo recrea así: "Gracias a que derrotamos a la contrarrevolución, y a la brigada de la CIA en Playa Girón, y todo cualquier otro portador de una idea o proyecto de restauración republicana,"... para que no nos queden dudas de cuánto sufre el escritor alejado de la protección que le daba su padrino Castro, el mafioso. No por gusto Norberto Fuentes empieza su libro con una cita de Dante: "No hay mayor dolor que recordar los tiempos felices en el infortunio"..., o lo que es lo mismo, no hay nada más triste que haber dejado de formar parte de aquellos pelotones de fusilamiento a favor del totalitarismo de papá Castro. Del subconsciente, o quizás no tanto, a Fuentes se le escapa de la pluma una frase de Jean-Paul Sartre en la que dice: "uno no sabe lo que es la clase hasta que se da cuanta que no puede abandonarla" ¿La habrá abandonado él? A otro con ese cuento. El libro "Dulces Guerreros Cubanos" no es otra cosa que un retrato de su personalidad. En muchas de sus páginas, sus verdaderos pensamientos hacia Fidel Castro se le escapan tal y cual los siente. El dictador cubano ha pasado en la distancia a ser un Dios, un ser superdotado. No hay más que ver cómo se expresa de él hasta en el plano privado: "Fidel ha dejado de ser el marido que desayuna con su mujer,... para convertirse en el hombre que aun lleva las riendas del movimiento comunista internacional y que ha recibido el mandato de quebrar la espina dorsal de los Estados Unidos de América, el líder severo, distante y frío, el Comandante en Jefe." Por otra parte, lo que Seix Barral clasifica de "ensayo", no pasa de ser un catálogo de despecho hacia aquellos que en la cúpula de la corrupción siempre le aventajaron. Comparemos la idolatría que siente por Fidel Castro (y que expresa en toda su obra), con el odio y la envidia de su enemigo perfecto, el General Ochoa. Al comparar a Fidel (que quería lanzar los misiles nucleares contra los Estados Unidos) con Nikita Jruschov, Fuentes lo describe como si se tratara de su macho favorito: "con la soberbia estatura de ascendencia gallega y con las dos pelotas de sus enormes testículos perfectamente marcados en sus pantalones de campaña". O mejor vean cómo, cuando Girón, nos describe su fotografía preferida: "Durante sólo escasos segundos, se logra ver en esa escena, libre del pecho para arriba, a Fidel, puesto que tiene delante a José Abrantes Fernández, poniendo el suyo. Alerta, realmente hermosos los dos, Abrantes cuidando a su líder, Fidel joven padre." Su odio hacia las mujeres es idéntico al de Fidel Castro. La mujer cubana para Norberto Fuentes es apenas un hueco que juega su papel sobre la cama. O la mujer es sumisa ante sus demandas, o él la calumnia como prostituta, pero si esa misma mujer acepta las demandas de otro hombre, entonces la acusación es de traidora. Fuentes, no sólo mira el trasero de la mujer de su mejor amigo, sino que también las descalifica cuando estas, ya viudas, rehacen su vida con otra relación. El héroe que le abre las latas de conserva a sus superiores sabe que merece una medalla al valor. Pero añade, "una medalla que no se les da a las putas", o lo que es lo mismo, a esas cubanas que fueron a Angola en uniforme y de las cuales él abusó aprovechándose del cargo, de sus relaciones con los altos oficiales, o de los recursos e infraestructuras que estos le dejaron disfrutar. Que Norberto Fuentes haya dedicado este libro al eminente Guillermo Cabrera Infante y su simpática esposa Miriam Gómez, no parece haber tenido el efecto que el obtuso deseaba. Quizás creyó que, dedicando el libro a estos dos amantes de la libertad de Cuba, se situaba ya entre sus libertadores. Tanto Miriam como Guillermo coinciden en que su libro tiene valor. Norberto Fuentes, narra hechos que permiten al exilio ver lo podrida que es la clase dirigente cubana y eso le hace daño internacional al régimen. Pero este "ensayo", deja también mucho que explicar. Como cubano que tuve el privilegio de conocer al General Arnaldo Ochoa, y además, ser alumno de su bellísima esposa, debo comenzar por decir que no es de cubano, ni de hombre, herir la memoria de los muertos y mucho menos, si estos han sido mucho "más de todo" que el difamador. La envidia que Norberto Fuentes siente por Arnaldo Ochoa lo lleva a llamarlo "negro" "arrogante", "asesino" y otros muchos calificativos que hoy habría que preguntarse a quién le pegan más. Sin embargo, el colmo de su complejo de inferioridad se deja ver cuando algunas de las mujeres con las que el escritor quiere acostarse le dicen que Ochoa era muy bueno en la cama. Entonces saca, del inmenso baúl de sus complejos, una grosería que me recuerda el estilo Zoé Valdés y añade: "Pero a pesar de todo lo que me dijera Aymée, cada mujer que se metiera esa pinga de Arnaldo Ochoa, o la pinguilla de Polo, estaba compartiendo una verga que ya había pasado por los culos babosos de todas las yeguas y chivas que despertaron la libido de estos héroes legendarios..." Quien haya visto las fotos que Norberto Fuentes inserta en su libro coincidirá conmigo en esta descripción: Frente achatada de mestizo mexicano, pelo negro y enroscado como el de Carlos Aldana, orejas similares a las puertas abiertas de un jeep de fabricación soviética, nariz torcida, curva, y de porrón sobre un bigote similar a las brochas con la que los niños en Cuba pintaban de lechada las aceras, y dientes, que parecen haber sido liberados del sarro con ayuda de la dinamita. Sin embargo, este mamerto sin espejos se describe así: "apuesto señor, de elegantes canas, Rolex en la muñeca y briosos Ray-Ban,"... ¡El pobre!, no sólo porque tenía que hacer exhibicionismo del Rolex para atraer a sus mujeres, sino porque a falta de brío propio, tenía que atribuírselo a sus oscuras gafas. Hablando de un militar que no pertenecía a su casta, el Sr. Fuentes dice: "era uno de los vergonzantes usuarios cubanos de Rolex... al que no correspondía disfrutar del agradable peso en la muñeca de esa máquina de navegantes". Dios mío - me dije, - que no mire nunca a la muñeca de este pobrete relator de sus envidias. Que no pueda Fuentes nunca observar lo que un trabajo honesto, y no el saqueo y la piratería comunista, me han permitido a mi comprar. Yo que nunca he tenido medio millón de dólares robados y escondidos en mí casa, yo que jamás podría escribir un libro de 459 páginas para repetir en cada una de ellas que era el dueño del más pacotillero de los Rolex, correría el peligro de formar parte de una enciclopedia si Norberto se fija un día en lo que corona con esmerada exactitud a mi mano izquierda. ¿Cómo puede alguien llegar a ser tan vanidoso y por tan poca cosa? ¿Cómo puede este simpatizante vitalicio de Fidel Castro escribir tanta porquería y asombrar con ella a medio exilio? Peor aún ¿cómo puede una parte del exilio confiar en semejante mequetrefe? No me resulta tan extraña su deserción como su tapada o abierta confesión de amor ideológico al régimen cubano4. Raro es que aún haya quien no asocie el indulto castrista con todas las maravillas que Norberto Fuentes ha escrito sobre la revolución. Me gustaría ver la cara de todos aquellos que hoy alaban este libro escrito en los Estados Unidos si algún día se enteran que este hombre, que tanto ha hecho por destruirnos pública y solapadamente, se declara mañana agente de Fidel y otra vez condecorado oficial de la seguridad cubana. Los que me crean loco, o paranoico, debieran entonces recordar esta extraña coincidencia. El 6 de Abril del 2000, Castro califica de "victoria legal, moral y política" el regreso de Elián a Cuba5. Dos días más tarde, Norberto Fuentes, lleno de regocijo y tan alegre como cuando fusilaba cubanos en las montañas del Escambray, secunda a su líder y declara a un periódico español: "Utilizando a un niño de seis años y amenazando con atacar con la formidable tropa de una docena de pioneritos, Fidel Castro ha arrasado a la clase política de Miami, probablemente para siempre."6 ¡Amigos míos, "guerra avisada no mata soldados", dice un magnífico refrán! FIN Carlos Wotzkow Bienne Abril, 2000 Referencias *Martí, José (1965): Obras Completas. Fragmentos Vol. 22, p. 56. 1.- Almendros , Néstor y Jorge Ulla (1984): Nobody Listened. Documental. 2.- Organización Auténtica (1998): Citas tomadas de la introducción del libro Cazabandido, de Norberto Fuentes. www.autentico.org/oa09151.html. 3.- Fuentes, Norberto (1999): Dulces Guerreros Cubanos. Seix Barral. Los Tres Mundos. Ensayo. pp. 232, 251, 253, 303, 382, 396. 4.- Fuentes, Norberto (2000): "Yo no he roto ideológicamente con la Revolución". Entrevista de Televisión con Pi Román, Canal 13, New York 17 Enero, 2000 5.- Europa Press (2000): Castro califica de "victoria legal, moral y política" el regreso de Elían González a Cuba. Actualidad. Noticias Yahoo. 6.- Fuentes, Norberto (2000): Castro a punto de ganar de nuevo una batalla al exilio. ABC.es
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