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NUEVA LEY DE MEDIO AMBIENTE, ECOSISTEMAS CUBANOS
E INVERSORES EXTRANJEROS
Todo lo que sea equilibrio siempre me ha encantado. En lo relativo a las
ciencias naturales, siempre me he sentido cautivado por ese balance milagroso
que hace que los sistemas ecológicos funcionen adecuadamente. Pero, ¿sabían
ustedes que en Holanda está absolutamente prohibido caminar sobre las dunas?
¿Sabrán los cubanos que a las dunas del Parque Nacional de Doñana no tienen
acceso ni los turistas europeos, ni el público español? ¿Habrán pensado
alguna vez que esas frágiles yerbas que recubren las dunas de arena y el
perfil costero representan un muro protector contra la erosión del viento y
por consiguiente, para la vegetación natural que existe detrás de cualquier
duna del planeta? No, algunas evidencias indican que el desconocimiento total
sobre la fragilidad de un ecosistema es algo que no interesa a quienes
invierten en el turismo destruyendo cada día otro paraje natural.
¿Sabrá el lector español, italiano, francés, mexicano, o canadiense, que Cayo
Coco es, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza
(IUCN) un paisaje natural declarado como área protegida por la ley
medioambiental cubana? ¿Sabrá el excluido y discriminado cubano que allí,
gracias a una licencia ambiental otorgada por Rosa Elena Simeón, los turistas
españoles corretean a caballo sobre las dunas y sobre la delicada vegetación
de ese importante enclave botánico? ¿Les habrán dicho en alguna oficina de
CUBATUR que, como consecuencia de esos paseos a la orilla del mar,
desaparecen de nuestra naturaleza cientos de plantas y animales que jamás han
podido ser estudiados por nuestros científicos? ¿Sabrán estos relajados
turistas de la privilegiada estirpe española que los naturalistas cubanos no
pueden entrar a Cayo Coco a conocer, y ni siquiera inventariar, lo que ellos
destruyen cada día de manera irresponsable?
Desde que la Asamblea Nacional del Poder Popular aprobara el 11 de julio de
1997 la ley N° 81 del Medio Ambiente1, el holding del turismo castrista
cuenta con el documento adecuado para transgredir la aparente protección de
nuestra maltrecha naturaleza. Ese panfleto de 11 páginas, publicado
apresuradamente en la Gaceta Oficial, viene a sustituir a la ley 33/81
aportando un elemento sustancial que lo diferencia de la ley anterior. Si la
caduca ley "De Protección del Medio Ambiente y el Uso Nacional de los
Recursos Naturales" permitía al Estado (2) explotar la naturaleza por encima
de cualquier normativa y en virtud de sus "necesidades extremas", o, para
"desarrollar el país" (los eufemismos no son míos), la nueva ley disculpa
ahora a ese mismo Estado por cualquier transgresión a la naturaleza que este
cometa, gracias a la creación de "licencias ambientales" que otorgan ciertos
"órganos y organismos competentes" y en "los casos que él (el Estado) estime
pertinente".
Desde hace 7 años tengo la maravillosa oportunidad de viajar libremente por
toda Europa y aprender como aquí la sociedad no escatima esfuerzos para
proteger el Medio Ambiente. Pero desde hace 7 años, también veo con asombro
como viajan a Cuba estos mismos europeos para destruirlo todo. ¿Por qué
aumentarán en número esos visitantes ocasionales que ignoran estar quitándole
a nuestro archipiélago sus posibilidades para una supervivencia ecológica
apropiada en el futuro? Creo que si los extranjeros mirasen a los cubanos
como ciudadanos con derecho, entre todos acordaríamos atajar esa injusta
destrucción. Pero si los inversionistas extranjeros son consientes del daño
que nos causan, de lo que no estoy seguro es del deseo que ellos tengan de
frenarlo. Sin dudas tenemos algún que otro poder para cambiar lo que ocurre
en Cuba, pero me preocupa que todos, por miedo o interés, estemos siempre
rehuyendo esa opción.
Veamos entonces algunos ejemplos relativos al drama humano y ecológico que
padece Cuba. España, como principal inversor extranjero en Cuba, merece el
mayor de los desprecios. Da pena ver como los 20`000 trabajadores cubanos del
turismo se sienten privilegiados con algunas míseras pesetas de propina,
mientras los millones de dólares que genera su trabajo enriquecen las arcas
de Fidel. Da tristeza ver como España, con 120`000 enfermos de SIDA, es el
principal exportador de la enfermedad a Cuba, en la que Castro (ellos lo
saben) encarcela luego al nuevo portador para que otros oportunistas del
turismo sexual no teman al contagio por "feedback" de origen europeo. Pena,
tristeza, pero sobretodo vergüenza, debieran sentir los inversores y los
turistas españoles al permitir y propiciar la construcción de un aeropuerto
dentro del bosque virgen tropical de Cayo Coco, cuando a 80 kilómetros otro
bosque ya había sido recientemente talado para hacer el aeródromo cercano a
Morón.
Grandes deben ser los intereses del gobierno pro-castrista de José María
Aznar en contar con esta nueva ley medioambiental cubana, cuando vemos cómo
en su propia tierra él aplaca las protestas ecológicas con dinero. Cuando el
Parque de Doñana estuvo a punto de perecer por la ruptura de un embalse
saturado de metales pesados, el gobierno "Popular" utilizó las ayudas
europeas, no tanto para limpiar la envenenada zona como para comprar las
fincas de los afectados a los que quería callar su boca. Pues lo mismo están
haciendo en Cuba los industriales españoles y a cualquier nivel. Por ejemplo,
Suiza prohibe la importación de las carnes españolas a la Confederación dada
su dudosa procedencia y malos controles sanitarios. Pero Cuba, donde
cualquier veterinario aduanero puede ser comprado con un par de dólares, se
convierte en el principal basurero de la piltrafa que José Magán importa para
hacer en BRAVO S.A. sus pésimas salchichas. ¿Licencia ambiental? No, eso se
llama, y muy a pesar de lo que crea el cerebrito de Alarcón, patente de
corso.
Los españoles están incrementando en Cuba el negocio del narcotráfico. Desde
su arribo a la isla, Jesús Gil y sus asociados de Cayo Largo han sido
vinculados con el polvo blanco que antes sólo Castro negociaba (3). Sin
embargo, y pese a los numerosos escándalos de importación desde Colombia, tal
parece que a partir de ahora el producto se cosecha clandestinamente en las
"Areas Protegidas" y "Reservas Naturales" del país. Asociados a este negocio
en Cuba están Fidel Castro, Osmani Cienfuegos, Marcia Leiseca, Guillermo
García Frías, Javier Ardizones, y Miguel Brugueras que, camuflados en la
empresa hotelera Gran Caribe, en Promotora S.A. y en el Banco Financiero
Internacional de Cuba, habilitan nuevas fincas donde puedan producir,
traficar y lavar el dinero que esa nueva agricultura les reporte. Después de
acusar a los españoles José Royo y José Anastacio Herrera, la necesidad de
legitimar una "licencia ambiental" para plantar la cocaína en Cuba pudiera
contar con el beneplácito de las "autoridades competentes".
Tabacalera S.A. es la compañía española que, después de comprar la mitad de
la industria tabacalera cubana, explota al campesino cubano como a un esclavo
(4). Por ella, nuestros guajiros trabajan hoy para un séquito de españoles
sinvergüenzas que pagan sus salarios a Fidel Castro al tiempo que ejecutan la
más despiadada tala de cedros en la provincia de Pinar del Río. Acostumbrados
a negociar como corruptos, los españoles se sirven de la nueva ley del Medio
Ambiente y acaban, con o sin licencias ambientales, con nuestras mejores
maderas tropicales. La ola de incendios forestales que en Cuba ha carbonizado más de 10`000 hectáreas de
bosque en lo que va de año, no es muy distinta de esa estrategia ibérica de
fuegos intencionales que en España se lleva a cabo para cambiar el estado
jurídico de un área forestal. Después que un incendio "accidental" consume
los mejores pinares del occidente del país, Tabacalera ya podrá lograr la
anhelada licencia ambiental que le permita utilizar más tierras para el
cultivo del tabaco. ¿Le importarán a Madrid esos excesos? ¿Prestará el señor
Ricardo Alarcón alguna atención a esa consecuencia derivada de su horrenda
ley? ¿Tendrá el cubano de mañana el poder necesario para corregir estos
errores malintencionados?
¿Cuán interesados pueden estar los españoles en cuidar con mimo nuestra
naturaleza si a su propio país lo tienen destrozado? ¿Cómo podremos creer que
los españoles entenderían nuestros complejos problemas ecológicos, si aún no
han llegado a comprender que la falta generalizada de agua que padece España
se debe a la deforestación despiadada que ellos llevaron a cabo hasta
convertir a su patria en una árida península? Y si el egoísmo ibérico llega
al extremo en el que Madrid niega el agua a Cataluña para frenar su
desarrollo (5), (obligando a esa "Generalitat" a pensar en construir un
acueducto para extraerla desde el río Rhône en Francia, ¡a más de 300 km de
Barcelona!), ¿qué podremos esperar del precio que pondrán los españoles en
Cuba a la escasa agua que hoy tenemos como consecuencia de una impenitente
política hidrológica (6)?
Guillermo García Frías, comandante de la revolución castrista, lleva ya 40
años lucrando con la exportación de fauna salvaje desde Cuba. España está,
según las imágenes de EURONEWS, entre los mejores clientes de este comandante
violador del CITES y la prueba vive en cautiverio dentro de sus estrechos
delfinarios. ¿Licencia ambiental? No, su licencia es criminal. En franco
desacuerdo con esta nueva ley del Medio Ambiente, o de acuerdo tácito con
ella (puede decirse de las dos maneras), Amy, Yemayá, Yaiza, Cande y
muchísimos otros dispersos por toda la península ibérica, son sólo un grupo
de delfines cubanos cautivos en "Octopus". Un delfinario situado en la Playa
de las Américas (7) (Tenerife) que bien pudiera haberlos capturado en el
Atlántico si no fuera, claro está, porque a las leyes ambientales
comunitarias hay que respetarlas para no perder la subvención.
Entre los más corruptos inversionistas que destruyen a Cuba a través de este
"privilegio espontáneo" creado en las empresas mixtas, están todos aquellos
que negocian con CIMEX S.A.; un grupo al que pertenece Coral Negro S.A. y que
garantiza la explotación y comercialización de nuestro coral como joyería.
Así mismo, incluyamos a CUBANACÁN S.A., que es la encargada de transformar a
todas nuestras áreas naturales en turísticas. Le siguen GAVIOTA S.A., que
cuenta con los denominados "Parques Naturales Gaviota" donde se caza y pesca
sin cesar; el HAVANA ASSET MANAGEMENT LIMITED, que junto a los canadienses se
ocupa de destruir cualquier bosque bajo el cual intente explotar sus
minerales; y HEBER BIOTEC S.A. que, asociada al Centro de Ingeniería Genética
y Biotecnología de La Habana (8), cohabita con los científicos que Castro
emplea con el fin de desarrollar armas biológicas (9).
¿Quiénes son pues estos españoles, mexicanos, italianos y canadienses del
turismo en Cuba? Son una piara de empresarios interesados en la mayor
ganancia a corto plazo y que, como era de esperarse, están acelerado la
destrucción del Medio Ambiente cubano por diversas vías. La peor de todas,
aquella por la cual condicionan su inversión a la explotación de un paraje
natural único y excluyente. Por ello, y merced a las licencias ambientales
del Ministerio de la Ciencia, la Tecnología y el Medio Ambiente (CITMA),
cientos de hoteles han abierto sus puertas en áreas que hasta hoy figuraban
como reservas naturales protegidas (según el mismo documento de la IUCN).
Cayo Largo del Sur, Cayo Coco, Cayo Guillermo, Cayo Paredón Grande, Cayo
Romano, Cayo Rosario, Península de Guanahacabibes, Punta del Este, Punta
Francés, La Güira, Ciénaga de Zapata, Najasa, Birama, Cabo Cruz, Gran Piedra,
y todos los refugios de flora y fauna cercanos a estas localidades puramente
naturales, han devenido áreas para el esparcimiento y la caza, y donde se
disparan millones de balines de plomo sin consideración a la cadena
alimentaria, o a la contaminación que genera ese metal pesado.
De la noche a la mañana la televisión de España dejó de hablar de los
problemas que implicaba el almacenamiento de los productos radioactivos del
país. Pero al mismo tiempo, la nueva ley del Medio Ambiente en Cuba creó un
capítulo exclusivamente dedicado a los "desechos peligrosos y radioactivos"
que, como era de esperarse, otorgaba licencia ilimitada para la importación
de todo tipo de radionucleidos sin dar explicaciones a nuestra sociedad
(Capítulo IV art. 153). A cuánto ascenderá el pago de los gravámenes por
estas licencias ambientales (Capítulo III art. 25) es algo que no se sabe,
pero lo que ya es "vox populi" es que los "órganos y organismos competentes"
han empezado a darle sospechosa utilidad a los refugios nacionales que se
construyeron durante el Período Especial. Y la ley protege esa deshonestidad
porque... "corresponde sólo al CITMA clasificar qué es peligroso en Cuba",
mientras es "una obligación ciudadana contribuir a la protección del agua, la
atmósfera, la conservación del suelo, la flora, la fauna." ¿No les resulta
suficientemente cínico?
Pues entonces, lean esto. "Es un deber del CITMA y de las autoridades,
órganos y organismos competentes" garantizar el desarrollo sostenible del
turismo (título Décimoprimero art. 141). Pero mientras existe un concepto
básico que describe la "agricultura sostenible", no hay ninguna definición
que nos permita saber qué diablos es el "turismo sostenible". Lo mismo ocurre
con las "áreas protegidas" a las cuales falta delimitar geográficamente para
poder entonces definir cuáles son sus "zonas de amortiguamiento". Legalmente
"corresponde al CITMA y también a las autoridades, bla, bla, bla," definir,
clasificar, publicar (y omitir), cualquier violación de los principios y
conceptos básicos de esta ambigua ley. Entre las omisiones más sospechosas se
hallan algunas definiciones que permitirían conocer: (a) cuáles son esas
"regulaciones que aseguren, en los casos que estime conveniente, el derecho
del Estado a participar y compatibilizar sus intereses (...) en el territorio
nacional", (b) dónde están esas "sanciones accesorias aplicables de
conformidad con la legislación vigente" (c) cuándo aparecerán publicadas las
"contravenciones establecidas" en la mencionada "legislación complementaria"
y por supuesto, (d) cuáles son los verdaderos nombres de todas esas
"autoridades, órganos y organismos competentes" que han sido facultados por
la ley sin exponer al público su identidad jurídica.
Tan enérgica como seriamente insistamos en estas preguntas, mayor será la
responsabilidad que despertemos en algunos. Quizás con ella nos llegue algún
día también el remordimiento, pero para entonces, y al amparo de esta nueva
ley, ya no tendremos a quién asignar ninguna responsabilidad. Apenas nos
queda tiempo para remendar lo que hoy debiera ser casi totalmente
reconstruido. Pero para ello, necesitamos un verdadero cambio en la
consciencia popular. Creo firmemente que todos pudiéramos hacer una elección
consciente y equilibrar la explotación con la conservación en beneficio del
verdadero desarrollo, pero nuestro frágil archipiélago y su ecología en coma
nos piden a gritos que empecemos ya. Exijamos un futuro respirable para
nuestros hijos. Demandemos que se limpien nuestros mares. Protestemos para
que nuestros árboles florezcan sin peligro. Impongamos nuestro respeto para
que las aguas de nuestros ríos corran transparentes otra vez. Toda esta
diversidad de ideas encierra una simple conclusión: quienquiera discrepe con
estos puntos de vista, deberá reconocer que mi objetivo no ha sido otro que
el de estimularnos a actuar de manera responsable. Yo seguiré pensando en el
bienestar de Cuba, ¿y usted? Espero que también.
FIN
Carlos Wotzkow
Referencias
1.. Asamblea Nacional del Poder Popular (1997): Ley N° 81 del Medio
Ambiente. Gaceta Oficial de la República de Cuba. Extraordinaria. Viernes 11
de julio de 1997 Año XCV. p: 47-68.
2.. Academia de Ciencias de Cuba (1983): Ley N° 33/81 de Protección del
Medio Ambiente y el Uso Racional de los Recursos Naturales. Editorial
Academia, La Habana. 23 pp.
3.. Fernández, Marcelo (1999): Cuba y España: Espionaje, Drogas y
Corrupción. in NoCastro.com. Archives. 11 pp.
4.. Wotzkaw, Carlos (1999): Radio Televisión Española: nuevo instrumento
político de Fidel Castro para América y Europa. in NoCastro.com. News. 14 pp.
5.. Lema, Luis (1999): Barcelone veut puiser dans le Rhône une eau que le
gouvernement lui refuse. Le Temps. Samedi 24 juillet, 1999. International.
p.7.
6.. Wotzkaw, Carlos (1998): Una laguna de menos, cien presas de más. in
Natumaleza Cubana. Ediciones Universal, Miami. pp. 131-137.
7.. Cabezuelo, Carmen (1998): Un milagro llamado delfín. Pronto pp 72-75.
8.. Alfonso, Pablo (1999): La Piñata Castrista. El Nuevo Herald. Domingo
13 de junio de 1999. in NoCastro.com. Archives. 9 pp.
9.. Prida, Eduardo (1999): El Bioterrorismo de Castro. in NoCastro.com.
Documents/Facts. 20 pp.
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