SINFONIA INCONCLUSA

Por Carlos Bringuier

Para mí, una de las cosas más molestas es experimentar una pesadilla mientras se supone que estoy disfrutando de un sueño apacible. Pero la pesadilla de la otra noche fue inolvidable.

Me vi en el Stadium Universitario preparándome para pitchear por el equipo de la Escuela de Derecho cuando repentinamente comenzaron a escucharse los acordes de una orquesta. Tocando el saxofón y con cara de idiota pero con ojos de buitre estaba Bill Clinton, un poco más a la izquierda tocaba el piano Jimmy Carter, hacia la derecha entre una nube de niebla podía distinguir la cara de Monica Lewinski que hacía lo mejor tratando de tocar un órgano o soplar un clarinete.

A los acordes de la música, y por un túnel comenzaron a salir distintas figuras. En la primera reconocí a José Martí y mi espíritu se estremeció ante la oportunidad de ver personalmente al Maestro, Martí venía con el rostro húmedo por las lágrimas y portaba una rosa blanca en su mano izquierda. Me miró fijamente y me dijo: : Bringuier, que escarnio, morir por la Patria, por una Cuba por Todos y para Todos, y que estos castrados la destruyeran como lo han hecho."

Para mi asombro, el segundo en salir fue una de las figuras clásicas de la Cuba de ayer. Con su manto negro, su cabellera abundante y desaliñada vino ante mí el "Caballero de París". Con ojos tristes murmuró: "En La Habana se reían de mí y me acusaban de loco. Sin embargo los que decían que era un orate pusieron en sus casas letreros que leían y yo aquí en el Cielo sigo preguntándome quién era más loco." Comandó a sus legiones y prosiguió su camino.

Miré hacia la orquesta y pude vislumbrar a un dueto que cantaba La Internacional, me pareció descubrir en ellos a Jane Fonda y a John Kerry. Mientras ellos cantaban unos danzarines vietnamitas y árabes daban volteretas.

Mientras tanto por el túnel apareció, montado en un corcel brioso un negro que parecía un adonis. Temblé de emoción al reconocer al Titán de Bronce. Al pasar por mi lado y deteniendo su caballo, Antonio Maceo dijo como hablando para sí mismo: "Tantos hombres que parió mi madre para que lucharan y murieran por nuestra Independencia, tantos hombres que ofrendaron su vida para que los cubanos pudieran vivir sin miedo en una Cuba Libre, sin embargo cuantas madres han parido reptiles castrados que se arrastran para recibir una migaja, que se conforman con servir a un Tirano y no tienen la más elemental vergüenza para reclamar sus derechos. Dios mío, perdónalos porque no saben lo que hacen."

A todo esto la orquesta continuaba aumentado, ahora parecería como que se hubiera convertido en un acto de circo porque en el estrado había un mono frente a un micrófono. El mono estaba uniformado con una boina roja, me acerqué y me dí cuenta de mi error, el que estaba uniformado y con su boina roja era Hugo Chávez al que se le caía la baba hablando de la Bestia de Birán.

Sentí que una muchedumbre se movía, miré hacia el túnel y pude ver a un uniformado barbudo y con las manos manchadas de sangre que se acercaba a mí.

Cuando sus ojos tristes pero duros como los de un asesino se posaron en mí pude reconocer al Carnicero de La Cabaña, aquel cobarde argentino que apoyado en las bayonetas de la Tiranía fusiló a miles de cubanos en los fosos de La Cabaña. Ante mí se encontraba el tenebroso Che Guevara. Me miró con tristeza y dijo: "Mirá que luchar tanto para que Fidel me mandara a Bolivia dejándome abandonado allá para que me mataran y deshacerse de mí y ahora se enriquezca vendiendo camisetas con mi figura. Che, pero que bochorno que tomadura de pelo." Y con la misma prosiguió su paso entonando "No llores por mí Argentina".

Cada vez que veía a una de estas figuras mi cuerpo daba vueltas en la cama, pero de pronto dió un brinco como al recibir una descarga eléctrica. Por el escenario donde se encontraba la orquesta comenzaron a bajar unos reptiles que llevaban algo con ellos. Me acerqué y pude ver que eran "exiliados cubanos" que se preparaban para abordar un avión que los llevaría a hacer turismo en la Isla Cárcel. Mi corazón se aceleró ante tal canallada, cómo era posible que existieran seres tan desnaturalizados que olvidando que más de UN MILLON de cubanos han muerto en el exilio, que la Tiranía ha asesinado a más de CIEN MIL cubanos, que la Isla es una Carcel y que el Carcelero, buen discípulo de la Santa Inquisición, apresa y tortura a cualquiera que no baje la cabeza, a cualquiera que quiera mantener un mínimo de dignidad. Rompí a llorar de impotencia cuando de pronto pude oir la voz de mi padre que acercándose a mí al lado de Martí y del Caballero de París me decía: "Carlitos, no llores. Esta sinfonía está inconclusa. Se acerca la hora en la que Cuba volverá a disfrutar de Libertad. El pueblo cubano recobrará su dignidad y volverá a ser aquel pueblo alegre, amigable al que conociste en tu juventud. No permitas que los fetiches y los traidores enturbien tus sueños."

Al despertarme me dí cuenta que mi cama estaba totalmente revuelta y me alegré de haber despertado de aquella pesadilla. Si en alguna otra oportunidad vuelvo a tener alguna experiencia parecida se los haré saber.


Carlos J. Bringuier
30 de Abril del año 2004
carlosbringuier@msn.com


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