La ortografía de los anglicismos
La complejidad de la vida moderna con los constantes descubrimientos científicos, la interdependencia político-económica y la rapidez de los medios de comunicación está obligando a todas las lenguas a crear continuamente nuevos vocablos. En siglos anteriores al nuestro, las lenguas más influyentes eran entre otras el italiano y el francés, pero hoy día es el inglés la principal. En esta presentación haré una visión breve de los extranjerismos que penetran a través del inglés y que se han generalizado en el español peninsular y en el español americano. La orientación principal del trabajo la constituirán siempre la pronunciación y la escritura predominantes en la mayoría de la comunidad hispánica, y no precisamente los criterios de la gramática española. Desde luego, cuando sea posible se insistirá en conservar las normas que han regido la lengua española desde sus orígenes. Se tomarán en cuenta la acentuación, la ortografía y la pronunciación tanto de los anglicismos como de los vocablos hispanizados. La acentuación de los préstamos ingleses en su paso a la lengua española constituye un problema difícil debido a los tres tipos de acentos que posee la lengua inglesa (fuerte, secundario y débil), que contrastan con un solo acento en la lengua española. Por ejemplo, la voz fútbol que desde principios de este siglo figura en el diccionario académico como préstamo hispanizado del inglés football, la registra el DRAE con dos acentuaciones distintas: fútbol y futbol. Estos dos acentos transcriben el acento primario y el secundario del inglés, los cuales al hispanohablante le suenan con la misma intensidad. Igual sucede con la voz inglesa cocktail que puede pronunciarse cóctel o coctel. Sin embargo, en otra serie de préstamos compuestos, el DRAE opta por un solo vocablo con el acento siempre en una única sílaba, por eso adopta basquetbol (192) pero no básquetbol, a pesar de la existencia del préstamo básquet (192) con acentuación llana; béisbol (197-98) pero no beisbol (curioso que en esta voz el diccionario académico ni siquiera menciona la etimología inglesa baseball); voleibol (1493) pero no vóleibol. Conviene aclarar que las pronunciaciones preferidas en el español americano para estas palabras son básquetbol, beisbol y vólibol–-sin el diptongo ei que denota el vocablo en el DRAE. Ricardo Alfaro (94-95) registra basquetbol, básquetbol y baloncesto y prefiere esta última por su estructura española. Para beisbol (95 y 96) y para volibol (466)recomienda su adopción y las considera agudas las dos. Sugiero que el DRAE registre estos tres vocablos con dos acentuaciones distintas tal como ha hecho con fútbol y cóctel. También que reconozca la eliminación del diptongo ei en voleibol. Por lo tanto, deben aceptarse:
La R.A.E. añade una -e final a los singulares del inglés clip, club, film, para evitar los plurales anómalos en la lengua española clips, clubs y films. No hace lo mismo con las voces onomatopéyicas clic y tic que permiten plurales como clics y tics. Con la eliminación de la -c final en bistec y la paragoge de la -o en gongo evita otros plurales anómalos. El plural bisteques nunca tuvo gran aceptación, de ahí que lo que se oía era bistecs o bistés. Este último es el plural usado hoy. En cuanto a gongos pierde el sonido onomatopéyico de gongs. Si la Academia permite clics y tics ¿por qué no gongs que registra Manuel Seco en su Diccionario de dudas (1986, 210) conjuntamente con gongos? Hay préstamos que entran por la escritura, tal como sucede con jersey, del inglés jersey, que mientras en el español peninsular se pronuncia /xér-sei/, en el español americano, de ser reconocido, se pronunciaría /yér-si/. El contacto tan estrecho que nos brindan los medios de comunicación hoy día, logra que los préstamos nos lleguen acústicamente. Así pues a pesar de que siempre se han de respetar ante todo los aspectos fonológico y ortográfico de la lengua española, no se puede hacer caso omiso de la pronunciación del término en la lengua original. Hay voces que como iceberg mantienen el cuño de la lengua inglesa, pero no dejan de ser extranjerismos en español. En otras palabras la adaptación morfológica se aparta demasiado del original, así del inglés clown el DRAE registra clon (346). Aparte de que la palabra payaso es hermosísima y para nada se necesita el clown del inglés, esta última se pronuncia claun y no clon. Además existe el homófono clon (346) con el significado de ‘estirpe celular’. Otro anglicismo en nuestra opinión, igualmente innecesario que registrará la próxima edición del DRAE, es braun, del inglés brown. Son numerosas las voces para este color que existen en la lengua española: café, carmelita, castaño, marrón, pardo. Vale reconocer, no obstante, que esta vez la hispanización se ha realizado respetando el sonido de la palabra inglesa. Finalmente, un ejemplo en el que la adaptación fonética resulta particularment difícil. Se trata de sándwich que venía desplazando al bellísimo parasintético emparedado y que por fin apareció en la vigésima primera edición del DRAE (1305). Se usa la locución conjuntiva por fin porque el término estaba tan propagado por todo el mundo hispánico, que era forzoso aceptar su presencia en el DRAE. ¿Cuál es, sin embargo, la ortografía apropiada para este anglicismo tan divulgado? Sándwich, sándwiche, sánduche o sángüiche? Las dos primeras tienen la ventaja de facilitar el reconocimento de la voz por el mundo extranjero, y como se trata, según se ha visto, de una palabra de uso casi universal, esto lleva peso. Existe, sin embargo, un grave inconveniente. La división silábica que llevará a cabo el hispanohablante será sán-dwich o sán-dwi-che, y nunca sand-wich, que es como se articula en inglés. La tercera manera en que se pronuncia esta palabra es sánduche que simplifica el anglicismo al eliminar el diptongo wi. La adición de una -e final facilita la división silábica, respeta las consonantes que como la ch no son finales en español e impide la formación del plural anómalo sándwichs, que se puede escribir pero no pronunciar. El diptongo wi tiende a convertirse en güi desde los tiempos remotos del latín vulgar y continúa ocurriendo esto mismo en el habla popular actual con voces españolas como huevo, que con frecuencia se pronuncia güevo. Por estas razones, y por ser la transcripción que más se acerca a la realización fonética en inglés, seleccionamos sangüiche. El DRAE ha seguido esta misma orientación al transcribir el inglés whiskey como güisqui (759). Es muy difícil para las academias establecer una unidad de criterio para la adopción de estos préstamos, ya que no siempre se puede acomodar el anglicismo a la fonología y a la morfosintaxis de la lengua española. Según se ha visto, en el DRAE aparecen o aparecerán puros extranjerismos como airbag ‘bolsa de aire’; préstamos con consonantes o grupos consonánticos que no suelen ser finales en español como bit, voces extranjeras que no necesitamos como braun y ciertas irregularidades en la acentuación de compuestos como béisbol y beisbol. El enriquecimiento del léxico de la lengua española ha sido extraordinario en los últimos lustros y lo seguirá siendo bajo la sabia vigilancia de la Asociación de Academias.
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