ORIGEN DE LOS JUEGOS DE ESTRELLAS

por Angel Torres


Hace setenta y cuatro años, en 1933, el cronista deportivo ARCH WARD del Chicago Tribune, tuvo una feliz idea que todos le agradecemos.

Ese año en la Ciudad de los Vientos, Chicago, se estaba celebrando una Feria Mundial llamada "Un Siglo de Progreso", y se decidió organizar una serie de promociones especiales, para crear una mayor expectación en torno al evento, que festejaba el centenario de la metrópoli. Ward lanzó la iniciativa de celebrar lo que llamó "EL JUEGO DEL SIGLO", que ponía frente a frente a los mejores jugadores de la Liga Nacional contra los de la Americana.

Aquel extraordinario evento, fue el nacimiento de lo que hoy conocemos como "JUEGO DE ESTRELLAS", que ha venido celebrándose ininterrumpidamente desde entonces, con la excepción de 1945 debido a la Segunda Guerra Mundial y que éste verano se ofreció el martes 10 de julio en el AT&T Park de San Francisco, con la décima victoria consecutiva para la Liga Americana con un empate, que derrotó a la Nacional 5-4, apoyados en el primer cuadrangular dentro del parque en la historia del evento, que fue conectado por el japonés Ichiro Suzuki.

Ward no pensó en aquel espectáculo como algo permanente, su propósito era aportar un acontecimiento deportivo de envergadura a los festejos de la Feria Mundial chicagoense. Sin embargo, el sorpresivo éxito obtenido aquella tarde en el Comiskey Park, sentó las bases para que los dirigentes del deporte nacional americano adoptaran la idea, patrocinando cada año un desafío entre las figuras estelares de ambos circuitos.

Sorpresivamente, la gran mayoría de los magnates de aquella época, estaban opuestos a la iniciativa de Ward. Los Estados Unidos estaban en medio de una depresión económica y existían además otros factores, como el riesgo de una lesión a cualquiera de los peloteros, que eran astros en sus respectivos conjuntos.

Igualmente temían la pérdida de un día de juego en el itinerario, que ya había sido preparado, así como el alto costo de todos los arreglos y los pasajes de los atletas escogidos. A pesar de todas esas objeciones, el proyecto de Arch fue llevado a la práctica, gracias a la determinación del comisionado de béisbol, el Juez Kenesaw M. Mountain Landis, quien desde el primer instante le dio su respaldo.

Nadie en aquellos momentos, podía suponer que estaba naciendo una tradición. El partido se brindó en la tarde del jueves 6 de julio, virtualmente metido como una cuña en el itinerario oficial, pero para sorpresa de muchos, una extraordinaria asistencia de 49,200 fanáticos llenó el estadio y el fondo de los jugadores retirados recibió $51,000, una cifra astronómica en aquellos días.

Había una poderosa razón para que el encuentro interesara a los aficionados. Era la primera vez que se escenificaba un partido de exhibición de esa naturaleza. Por otra parte, se reunía en el Comiskey Park, la crema y nata de los peloteros de Grandes Ligas. Tan fue así, que 15 de los participantes, ingresaron posteriormente en el Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown, Nueva York.

La contienda tuvo como héroe indiscutible a Babe Ruth, quien le conectó un cuadrangular en la tercera entrada con uno a bordo al abridor y perdedor Bill Hallahan de los Cardenales de San Luis, que virtualmente marcó la diferencia de 4-2 a favor de la Liga Americana. Para colmo, el Bambino, que se encontraba en el ocaso de su carrera, realizó la mejor jugada defensiva de la tarde, cuando atrapó de modo increíble un batazo de Chick Hafey de los Rojos de Cincinnati en el octavo episodio.

Aquel Juego de Estrellas, tuvo como timoneros a Connie Mack (El Patriarca) por el más joven de los circuitos y a John McGraw (El Pequeño Napoleón) por el más antiguo, siendo los más destacados además de El Bambino, el lanzador zurdo Lefty Gómez de los Yanquis de Nueva York, que fue el ganador y Frankie Frisch de los Pájaros Rojos, que disparó un jonrón solitario por los Nacionales en el sexto episodio.

Los participantes fueron seleccionados por votación popular, siendo Ruth el que más votos recibió con diez mil. La cifra resulta insignificante cuando se le compara con la cantidad de sufragios que reciben ahora los peloteros. Desde luego que los sistemas han cambiado, pero de todos modos es interesante señalar, que los millones de votos que recibe un jugador moderno, le hubiera bastado para ganar la alcaldía de Chicago en la época del Sultán de la Estaca (Ruth).

En 1933, la votación fue conducida por el Chicago Tribune, para el cual trabajaba Ward. Los fanáticos votaban por 18 peloteros en un papel especial que devolvían al periódico. Hoy en día, las tarjetas especiales para computadoras, se reparten por miles en todos los lugares y hay quien se aprovecha para darle el sufragio a sus preferidos cientos de veces, siendo esa la razón que muchos de los elegidos para iniciar los encuentros no se lo merecen.

En la actualidad los 32 miembros de cada novena, son seleccionados de la siguiente manera: Los fanáticos votan por los ocho regulares que iniciarán el encuentro por cada liga, los jugadores escogen a 16 peloteros, los managers a siete y un voto popular por el internet al número 32.

El aporte latino ha sido notable desde 1951, cuando el venezolano Alfonso "Chico" Carrasquel y los cubanos Orestes "Minnie" Miñoso y Conrado “El Premier” Marrero, se convirtieron en los primeros en participar, seguidos por el mexicano Beto Avila en 1952. El puertorriqueño Orlando Cepeda fue el pionero de la Liga Nacional en 1959.



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