HUGO CORZO

«No man is good enough to govern another man without that other's consent.»

Abraham Lincoln


Nací en Lima, Perú, cuando el mundo era mejor de lo que es hoy y cuando casi nadie imaginaba que cambiaría al extremo en que lo vemos actualmente. Crecí en el seno de un hogar eminentemente católico donde los preceptos de moralidad y respeto fueron profundamente inculcados por alguien cuya ausencia, pese al tiempo transcurrido desde su partida, aún lloro: mi madre. Fuí criado dentro de una disciplina férrea e intolerante, inherente a la carrera militar abrazada por mi padre y por otros miembros de mi familia. Mi formación escolar fué impartida por sacerdotes Jesuitas y consolidada más tarde por los rigores de la misma vocación que enorgulleció a mi padre. Estos factores han sido decisivos para forjar mi mente e imbuir en mi espíritu los principios inalienables de amor hacia Dios, hacia mis padres y hacia una patria gloriosa que alberga mis tradiciones y raíces.

Simultáneamente con la transición prematura de mis cabellos hacia el color gris, aprendí que en la vida nada es seguro ni duradero. Descubrí que lo que ayer era una realidad para muchos de nuestros pueblos -- estados organizados, bajo un gobierno legítimamente elegido por voluntad popular y donde la preservación de la libertad es sagrada-- es hoy una quimera.

En épocas pasadas, la historia se escribía tradicionalmente con tinta. Hoy, sus capítulos son cada vez más extensos y son escritos con sangre y lágrimas. Sumido en profundas tribulaciones y agobiado por la percepción de una inercia que parece perpetuarse con características endémicas, noto con tristeza que la raza humana se ha tornado indiferente a las apremiantes necesidades de pueblos hermanos que sufren los flagelos crueles e implacables de la opresión. Carentes de apoyo y compasión, esos pueblos alimentan sus espíritus indomables con la esperanza que despierta en ellos cada rayo de sol al iniciarse un nuevo día ...

Mi esposa, Linda, nació en Zurich, Suiza. Sus padres la llevaron a New York cuando era muy pequeña. Ella es mi dulce amiga, mi fiel compañera y otro regalo magnífico de Dios. Hay una preciosa canción que dice: "...Si yo encontrara un alma como la mía". En Linda enconté un alma como la mía ... Comprende mi ideología y respalda mis conceptos . Estamos ambos trabajando en un estudio político social, sobre los pueblos latino americanos, que esperamos poder publicar algún día. Tengo un hijo de un previo matrimonio con una dama colombiana. El es oficial de policía en el estado de la Florida. Sus visitas son esporádicas.


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